El cante en el corazón

El genio que no cesa. Lo de Chano Lobato -76 años dentro de dos meses- es casi inhumano, aunque él lamente con frecuencia no tener la fuerza de Paparotti (sic). Cantó dos horas y terminó tan fresco como una lechuga. En el flamenco no conozco nada igual, ni entre los mayores ni entre los jóvenes.

Cantó todo, desde lo más grande hasta el muy trivial Cacharrito, y todo lo cantó bien. Y en algunos temas, precisamente los más difíciles, estuvo inconmensurable. Las soleares, las malagueñas, las siguiriyas... Este cantaor vive el cante apasionadamente, lo lleva en la mente, pero -y sobre todo- lo lleva en el corazón. No he conocido a un cantaor que sepa transmitir su arte con esa calidez que hace de él un acto de amor y fantasía, una comunión entrañable. Chano Lobato es por ello, probablemente, el cantaor más querido por la afición. Y él se entrega, agradecido. Le sigue asombrando que la gente se moleste en acudir a verle a su edad, y lo agradece emocionado.

Y yo le digo que Paparotti (sic) tendrá más fuerza que él, pero no tiene su duende, y su jondura, y su pellizco, y esa fabulosa gracia que hace de este cantaor un ser aparte en el flamenco.