Chapuzas en el Palau
Está comprobado que los melómanos valencianos somos gente de mucha afición y de mucha más paciencia, de lo contrario no aguantaríamos, año tras año, los abusos de Mayrén Beneyto.
La forma de tratarnos cada vez que hemos de acudir a comprar las entradas no puede ser peor. Tres veces al año, una en cada ciclo de los conciertos de abono, tenemos que hacer dos colas, la primera para recoger los números y la segunda para sacar las entradas. Quisiera que algún medio de comunicación se acercara, el día en que recogemos los números, para que presenciara el espectáculo tercermundista que allí se desarrolla, el día 19 de diciembre será la próxima fecha fatídica, lo digo por si alguien se anima.
Hay quien empieza a hacer la cola a tempranas horas de la madrugada y se lleva su hamaca, su sillón o su silla, así como su labor o algo para leer y matar las horas que le quedan hasta que, ¡por fin!, a las diez y media de la mañana, se empieza con el reparto de los tan apreciados números.
He dicho que había una cola, pero en realidad lo que hay es un amontonamiento de personas de pie, otras que esperan sentadas por el suelo o en las escaleras y que cuando suenan las diez y media se abalanzan al lugar que creen les corresponden, pero claro con tanto ir y venir, a sentarse, al baño o a estirar las piernas, resulta que uno ya no tiene muy claro en qué lugar estaba y si el señor de delante era uno alto y calvo o una señora morena de pelo rizado. Total, otra serie de problemas y discusiones, sin olvidar los "listos" que aprovechan el barullo para colarse.
Otro abuso de la dirección del Palau es el que ocurre con el reparto de las entradas para los conciertos gratuitos. En la revista que edita vienen unas instrucciones para su recogida. Uno se confía y hace caso de lo que allí dice pero resulta que cuando llega a la ventanilla, en el día señalado, le dicen que ¡ya se han repartido y que no haga caso de lo que dice la revista! Asombroso, pero de esto la señora Beneyto no debe saber nada ya que siempre tiene su entrada, en la primera fila del anfiteatro, sin tener que perder el tiempo haciendo molestas colas.
Por último, los Amigos del Palau, que hasta ahora habíamos tenido ciertas ventajas, parece ser que las hemos perdido y ya somos muchos los que estamos pensando en quitarle nuestra amistad hasta que las cosas cobren un mejor aspecto.
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