"La propia pintura me indica lo que tengo que hacer"

Carmelo Ortiz de Elguea presenta mañana en el Centro Cultural de la Villa de Madrid una exposición de su pintura de los últimos 20 años, en una selección de 67 obras que han sido elegidas por Javier Viar, director del Museo de Bellas Artes de Bilbao.

Pregunta. ¿Qué presenta en su exposición de Madrid?

Respuesta. Tenemos colgados 67 cuadros, un 90% de gran formato, realizados desde principios de los años 80 hasta ahora mismo. Es una exposición que se verá en Madrid, donde soy menos conocido, y hemos intentado que no haya demasiados sobresaltos, que sea una exposición compacta, homogénea, que tenga una lectura lineal, a pesar de que a mí me gustan mucho los sobresaltos en la pintura.

P. Es característico de su obra mezclar los paisajes, las figuras humanas y también la abstracción.

R. Sí, es la reinterpretación de un paisaje. Yo me invento el paisaje a través de unas sensaciones que he sentido en la realidad. Ésa es, fundamentalmente, mi pintura. Incorporo figuración, abstracción, y también te tienes que imaginar las cosas. Es un mundo muy abierto para el espectador.

P. ¿Por qué rompe así los límites del género del pasaje?

R. Seguramente por la gran cantidad de obra realizada, por el trabajo. Yo soy el que embadurna el lienzo, pero la propia pintura me indica lo que tengo que hacer, desde mi experiencia y desde los conocimientos acumulados en la historia del Arte. Un artista nunca está aislado, es una esponja que recoge todo lo que ha habido anteriormente, desde las cuevas de Altamira a lo más vanguardista. Enganchas todo y desarrollas tu mundo. La aportación de un artista es muy pequeña; es tu experiencia, lo que te sale.

P. Otro rasgo de su pintura es el derroche de color.

R. Es una cosa innata. El color ni lo pienso. Suelo decir que los mejores colores son los que sobran en el bote después de mil mezclas hechas para otros cuadros. En mi pintura el uso del color es fundamental: aporta emoción, sensaciones, profundidad. El color para mí es todo. Me gusta la densidad, la oscuridad y ese drama sólo me lo da el color. A veces es un color muy pensado porque va a servir de cuña al resto de colores del lienzo, pero el resto es como me pida la tripa, muy espontáneo.

P. ¿ De dónde viene su predilección por el gran formato?

R. También me esfuerzo por pintar en tamaño pequeño, pero en el grande me siento como pez en el agua. Es el tamaño casi real, el tamaño humano.

P. El catálogo de su exposición madrileña incluye una carta y una fotografía de Alberto Schommer, compañero suyo en los años 60 del grupo Orain de la Escuela Vasca.

R. Somos amigos desde que yo era un crío. Alberto me ha seguido siempre.

P. ¿Qué queda del grupo Orain?

R. Ahora mismo los miembros del grupo, Alberto [Schommer], [Jesús] Echevarría, Juan Mieg y yo estamos exponiendo juntos en Guethary. Eso es lo que queda.

P. ¿Cómo ve aquella iniciativa casi 40 años después?

R. Los que estamos vivos de los grupos de arte vasco, Gaur, Orain, Hemen, seguimos trabajando, estamos activos.

P. ¿Y que quedó del compromiso social y de experimentación artística?

R. Fue un momento muy importante, pero luego nos fuimos cada uno por nuestro lado. Hicimos exposiciones por pueblos de Euskadi, con una idea de [Jorge] Oteiza de llevar el arte a los ayuntamientos, a los frontones. Habría que preguntar a la gente que le parecía. Yo creo que se escandalizaban un poquito. Se hizo esa labor, quedó ahí truncada y ya está.