El amor, a través de los trasplantes

Silvia (Bárbara Goenaga) no encuentra sentido a su vida. Pasa de la euforia al llanto y cada vez está más desorientada. Hasta que un día encuentra la respuesta. Va a suicidarse para donar sus órganos a personas enfermas. Carlos recibe su corazón; Inés, sus córneas, y Mateo, su hígado. Con esta muestra de amor arranca El regalo de Silvia, la ópera prima de Dionisio Pérez Galindo,

producida por España, Portugal y Chile, que se estrena hoy.

"El tema de la muerte y las donaciones me interesaba como fondo, pero tenía miedo a que la gente lo interpretara como si fuera un mensaje en contra de la donación y que hablase de lo asquerosa que es la vida, hasta el punto de que la solución sea el suicidio", comentó el cineasta ayer en rueda de prensa en Madrid. "Quiero lanzar un mensaje de esperanza, porque hay tres personas a quienes se les da una segunda oportunidad, y aunque la vida va a ser dura para ellos, van a vivirla", precisó. El nombre de Silvia es un homenaje a la escritora estadounidense Silvia Plath: "Cuando escribía el guión, buscaba un personaje que hiciera un sacrificio por amor y encontré los diarios de Silvia Plath, que sufría estados emocionales tan fuertes como los que yo buscaba". Se inspiró en ella, pero temeroso de que las reflexiones de la protagonista sobre su estado de ánimo, grabadas por una cámara de vídeo, quedasen en pantalla poco naturales. "Había escrito cosas que resultaban muy literarias y trascendentales y podían dar risa, así que tuve que bajarle la emotividad para darle más veracidad", comentó.

Silvia da una segunda oportunidad a tres personas con tres historias diferentes que nunca convergen. Por eso el realizador ha optado por tres planteamientos cinematográficos distintos. Carlos (Luis Tosar) está en paro y tras el trasplante trabaja en una cadena de montaje. Por eso se ha rodado la historia "con planos repetitivos y colores fríos y metálicos como son las fábricas". Tosar asegura que se embarcó en este proyecto, "sobre la soledad y la vulnerabilidad de las personas", porque "era un reto intentar contarlo desde una mirada fría y que el espectador tomase sus propias decisiones".

Inés (Adriana Domínguez) es ciega de nacimiento y descubre un mundo nuevo con las córneas de Silvia. "Ella es la luz y el color y necesitaba un movimiento de cámara lento", afirmó Pérez Galindo, guionista de Lágrimas negras, de Ricardo Franco. "Fui varios días a la ONCE para diferenciar los tipos de ceguera y viví a oscuras durante horas para sentirme como ellos", afirmó la actriz. Y para hablar de Mateo, un ex presidiario cirrótico empecinado en tener una nueva vida, se rodaron "unos planos con muchas angulaciones; con muchos puntos de fuga, como su vida, y colores amarillos y ocres acordes con el ambiente (de delincuencia) en él que está metido".