Más de lo mismo

Resulta que al final va a tener razón el director de la Bienal, Luigi Settembrini, en sus afirmaciones sobre la presunta falta de personalidad de los valencianos basada en un discurso nacionalista hijo del miedo. Sólo hay que echar un vistazo a los resultados electorales del día 25 para certificar que, efectivamente, la gente huye de los planteamientos nacionalistas valencianos y prefiere subirse al carro ganador, a la simplicidad de dejarse arrastrar por los encantos bronceados del señor Eduardo Zaplana y su cohorte de títeres controlados desde Madrid.

Lo de Unión Valenciana se veía venir, viviendo como vivían desde hace años alimentados por el cordón umbilical dosificador del Partido Popular que, lejos de matenerles vivos, les ha chupado hasta la última gota de sangre azul. Por la otra parte, la cordura del Bloc Nacionalista Valencià se ha visto frenada por la maldita barrera del 5% y por el miedo blavero generado desde la derecha hacia unas perspectivas nacionalistas modernas y acordes con los tiempos que corren.

Porque no merece la pena hablar del resto de electores, esos que hace poco más de un mes salieron a la calle a manifestarse en contra de la guerra de Irak y la prepotencia del Gobierno, y que a la hora de la verdad han caído de nuevo embelesados por la potente anestesia política que emana desde el partido de la gaviota.

El resultado ahí está, cuatro años más de un gobierno valenciano sin ideología concreta, que vive de la personalidad mercantilista de sus principales figuras (unos provenientes de la rancia derecha, otros del más radical comunismo), y que basa las principales líneas de gestión en embaír a los valencianos con magnos proyectos de ciudades varias (Ciencias, Justicia, Cine, Luz,...), parques temáticos fútiles (Terra Mítica, Parc dels Pobles,...) y demás proyectos dirigidos únicamente a magnificar la percepción visual externa del País Valenciano, y dejando de lado la maquinaria interna.

Pues si así lo han querido ustedes, así lo tendrán los próximos 1.460 días.