El invencible Alatriste
Hubo un tiempo en el que la madrileña plaza de la Cebada y la Puerta Cerrada no eran el sitio adecuado para tomar el aperitivo. Por allí rondaban ladronzuelos y viejos soldados curtidos en los tercios de Flandes, alguaciles y corchetes, boticarios y licenciados, inquisidores y cortesanos. Las capas ocultaban el brillo de los aceros y en las tabernas y mentideros se componían sonetos. Al grito de ¡agua va! se lanzaban inmundicias desde las casas.
Un hombre valiente, que no piadoso ni honesto, Diego Alatriste y Tenorio, se ganaba la vida en esta ciudad decadente del siglo XVII como espadachín a sueldo. Su paje, Íñigo Balboa, recuerda sus lances, pendencias, desafíos y emboscadas en las cuatro entregas de Las aventuras del capitán Alatriste, firmadas por el académico Arturo Pérez-Reverte. Por un castizo corral de comedias, donde las representaciones de las obras de Lope de Vega acaban siempre en trifulca, por el campo de batalla en Flandes que plasmó Velázquez en su cuadro La rendición de Breda, y por los bajos fondos de la Sevilla barroca, corrompida por el oro de las Yndias, se pasea en las páginas de estas novelas el capitán protagonista, acompañado entre otros por su buen amigo el poeta Quevedo. Paisajes y personajes, lo más trillado del Siglo de Oro español sirve de telón de fondo a esta trepidante y bien documentada ficción.
El capitán Alatriste, Limpieza de sangre, El sol de Breda, El oro del rey.
Arturo Pérez-Reverte.
Punto de Lectura. Madrid, 2003.
Entre 258 y 292 páginas.
6,95 euros cada uno.
Más de dos millones de ejemplares vendidos, una versión escolar de estas novelas, un juego interactivo basado en estas aventuras, una serie en cómic de las correrías de Alatriste y la traducción a 26 idiomas demuestran que los seguidores del capitán se cuentan por miles y prueban que los bribones no pasan de moda.
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