Todas las víctimas fueron atacadas por la espalda

Las víctimas de la médica residente Noelia de Mingo no pudieron defenderse. Eso se desprende de las declaraciones prestadas por los ocho testigos que fueron citados ayer por el juez. Los compañeros, entre ellos varios auxiliares de clínica y otros médicos residentes, fueron atacados al igual que los pacientes por la espalda, por lo que ninguno de ellos tuvo oportunidad de defenderse, según comentó el abogado de la acusación particular, Carlos Sardinero.

El juez enseñó a los diferentes testigos planos de la Unidad 43, dedicada a Medicina Interna, para que mostraran dónde se encontraban en el momento en el que se produjo el ataque. Todos coincidieron en que estaban de espaldas cuando De Mingo comenzó a acuchillar a sus compañeros, a los pacientes y a los familiares de éstos que se encontraban en los pasillos.

La propia De Mingo testificó ante el juez que compró un cuchillo jamonero, que le costó 10 euros, en una ferretería de Alvarado, cerca de la glorieta de Cuatro Caminos. Después abrió un agujero en la parte inferior del bolsillo de la bata para esconderlo. En su declaración no dejó claro cómo empezaron las agresiones y con quiénes se topó en su sangriento recorrido por la clínica. La excusa fue que varias colegas suyas hablaban distendidamente. Ella pensó que estaban murmurando sobre ella. Cogió el cuchillo y se abalanzó sobre ellas. Según su testimonio, después comenzó a apuñalar a diestro y siniestro. En su camino hirió mortalmente a Leilah El Ouamaari, compañera suya de 26 años; a Félix Vallés, de 76 años, esposo de una paciente, y a Jacinta Gómez de la Llave, paciente de 72 años que hablaba por teléfono con su hijo.

Las macabras agresiones acabaron cuando tres celadores la acorralaron al final de un pasillo y la obligaron a tirar el cuchillo.