Colom debuta en un ciclo pianístico con un programa franco-español

Confrontará a Debussy con Falla, a Mompou con Ravel. Será hoy en el Auditorio Nacional de Madrid, dentro del ciclo Grandes intérpretes, organizado por La Fundación Scherzo y patrocinado por EL PAÍS, en el que Josep Maria Colom (Barcelona, 1947) debuta entre la élite mundial del piano que ha desembarcado en la capital en los últimos siete años. 'Como los pianistas que vienen de fuera no hacen música española en el ciclo, pues creo que es la mejor manera de que suenen piezas de Falla o Mompou aquí', cuenta este pianista lúcido, claro, tranquilo.
Empezará con Debussy, de quien acaba de grabar un disco brillante: 'Es un autor que me gusta especialmente por la exploración de las resonancias pianísticas, por la magia, el colorido, porque su música flota dentro de una coherencia propia'. Sigue con Falla. 'Entre ambos se verá la confrontación de lo racial y lo racional', cuenta. Y después, Mompou y Ravel. 'Mompou es un músico de intimidad, más propio para tocar en casa, entre amigos, que ante 2.000 personas; un autodidacta que improvisaba y decía que no componía la música, sino que la encontraba', cuenta. En Ravel luchan dos personalidades: 'La de su madre, española, viva en su música, junto a una precisión de relojero que le venía de su padre, un suizo'.
Contrastes incluso entre Falla y Mompou que el propio Colom define: 'Son tierra y fuego; aire y agua', dice este pianista curtido, que se confiesa hijo del repertorio clásico vienés, pero con tintes del estilo francés, país en el que perfeccionó su arte. 'No me considero parte de ninguna escuela', explica. Tampoco cree que existan ya las escuelas: 'No. La última de las grandes fue la rusa, pero precisamente porque sobrevivía dentro de su aislamiento. Que desaparezcan estos grupos es bueno, pero también malo. Hoy se tiende a la uniformidad, a mezclar diferentes estilos, y se echa en falta un cierto miedo a expresarse como individualidad, porque hay temor a salirse de lo políticamente correcto, de lo tradicionalmente aceptado'.
La ventaja es el nivel de preparación: 'Existen pianistas jóvenes con un dominio maravilloso del instrumento, es un buen momento', concluye.
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