Viento y lluvia reciben a los 'fiberos'

Viento y lluvia. Los peores enemigos de un espectáculo al aire libre aparecieron ayer en Benicàssim, cuando más de 30.000 personas esperaban que pasaran deprisa las pocas horas que quedaban para la apertura de puertas del recinto de conciertos. La mañana llegó plomiza y fresca. Y durante las primeras horas descargó una lluvia suave pero constante. El recuerdo de 1997, cuando el tiempo impidió acabar el festival, bullía en la memoria de muchos. Pero no. Los astros y las nubes finalmente también se aliaron con los fiberos y, poco a poco, el tiempo se alió con la multitud.

Los asistentes al Festival Internacional de Benicàssim no acudieron ayer a la playa. La meteorología, al menos, no lo recomendaba. Los más osados optaron por desplazarse hasta Castellón, mientras que la mayoría decidió dar a la zona de acampada más vida que otros días con el 'nerviosismo' ante tan esperado inicio. Pese a la presencia de la lluvia, las zonas de cámping temporales mantuvieron un estado decente. Aún más, el agua sirvió para refrescar el ambiente de los cerca de 30 grados a que habían estado sometidos los recién llegados mochileros. Quien no ocupó una de las 600 duchas instaladas (cifra muy lejana a aquellas pocas decenas de los inicios) cargó su móvil, posibilidad que atrajo de forma masiva a quienes, como premonición, sabían que iban a tener muchas cosas que contar.