Las empresas familiares sitúan la profesionalización, la internacionalización y la innovación como sus mayores retos

'El marco legal y fiscal establecido por los gobiernos' español y autonómicos para las empresas familiares 'es bastante adecuado'. Ahora 'es el momento de que los propios empresarios asuman riesgos' y 'tomen las decisiones que les permitan afrontar el proceso de globalización'. Así lo afirmó ayer en San Sebastián el director general del Instituto de la Empresa Familiar, Fernando Casado, quien, en cualquier caso, instó a las instituciones a apoyar a las empresas familiares en la tarea de afrontar sus grandes retos ante la globalización: la profesionalización, la internacionalización, la dimensión de la firma y la investigación, desarrollo e innovación (I+D+I).

Los puestos de responsabilidad, aunque también la plantilla en general, requieren personas cada vez 'mejor formadas', lo que pasa por 'profesionalizar' a los familiares que llevan la gestión de las empresas, explicó Casado, quien partició en el seminario sobre Retos de la empresa familiar en el siglo XXI, organizado por los Cursos de Verano de la Universidad del País Vasco.

En cuanto a la internacionalización de este tipo de firmas, Casado, catedrático de Economía de la Empresa de la Universidad de Barcelona, apuntó que 'no vale sólo con exportar', sino que 'es preciso también adecuar estructuras permanentes en los mercados a los que se exporta para tener más expectativas de futuro a largo plazo'.

La globalización obliga a las empresas familiares a 'reflexionar' sobre su tamaño. 'No se trata tanto de que la empresa crezca verticalmente', sino de que 'se adecúe a las sinergias que más favorezcan su crecimiento', subrayó el catedrático, quien intercambió impresiones con el secretario general de la patronal guipuzcoana, Adegi, José María Ruiz Urchegi.

El proceso de globalización conlleva igualmente 'una armonización de precios importante', por lo que la inversión en I+D+I se presenta como otro de los grandes retos de las empresas familiares, que representan el 65% del tejido empresarial español. En contraste con esta alta presencia, sufren un alto índice de mortandad, ya que alrededor del 50% no supera con éxito la primera generación y sólo entre el 10 y el 15% llega a la tercera, según datos de la consultora Unilco.