La recesión japonesa se agrava tras caer la economía un 1,2% en el último trimestre

Japón se sumerge en las arenas movedizas un poco más cada día. La actividad de la segunda mayor economía del mundo se contrajo un 1,2% entre octubre y diciembre de 2001 y, con ello, el país acumula tres trimestres consecutivos de crecimiento negativo. Los nueve meses conforman el periodo de recesión más largo vivido en Japón desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. En términos anuales, la economía decreció un 0,5% en 2001. La gravedad de la situación hace prever que la tasa de paro en Japón superará el 6% y que habrá más quiebras empresariales.

Todos los expertos, e incluso muchos miembros del propio Gobierno japonés, esperaban una caída del crecimiento de entre el 0,5% y el 0,7%. Pero ni los más pesimistas acertaron. La economía japonesa se contrajo un 1,2% en el cuarto trimestre del año, para cerrar un nefasto 2001 con una tasa de crecimiento anual del 0,5% negativa. El desplome de la economía, peor del esperado, sólo augura un incremento de las quiebras empresariales y de la tasa de paro, según varios expertos consultados, hasta el 6%.

A pesar del agravamiento de la crisis, la Bolsa de Tokio vivió ayer una jornada eufórica, logrando un avance del 2,4%, para cerrar la mejor semana de los últimos cuatro años. Según los analistas, los inversores consideraron la fuerte contracción del PIB como el fondo de la crisis, aunque hubo quien también dijo que la subida bursátil podría ser una operación transitoria, de maquillaje y artificial para que las empresas japonesas terminen el año fiscal con menos pérdidas en sus libros contables.

Se hunde la inversión

De todos los datos preliminares informados ayer por el Gobierno sólo uno fue positivo: el consumo privado se incrementó un 1,9%. Es una cifra significativa teniendo en cuenta que el gasto individual supone un 60% en la composición del producto interior bruto (PIB) japonés. No obstante, este aumento no puede compensar la fuerte caída de las exportaciones -caye-ron un 2,7%- y de la inversión del sector privado, un 12%.

Es difícil esperar que las grandes empresas inviertan cuando todas prevén una fuerte reducción de beneficios para el año fiscal que culmina el 31 de este mes. Las cuatro mayores empresas japonesas del sector electrónico (Toshiba, Fujitsu, NEC e Hitachi) han proyectado unas pérdidas conjuntas de casi 12.000 millones de euros. Fujitsu ha anunciado que eliminará otros 4.000 puestos de empleo durante el próximo año fiscal, después de haber suprimido casi 22.000 en el último año.

Peor aún le va al sector japonés del acero, puesto que cuando comenzaba a vislumbrar una recuperación de su actividad a raíz de los primeros indicios de un repunte de la economía estadounidense, el presidente Bush decidió incrementar los aranceles a la importación del acero. Ya sin que esta medida se ponga en marcha, cuatro de los cinco grandes productores japoneses de acero -NKK, Kawasaki Steel, Sumitomo Metal y Kobe Steel- prevén cerrar el año fiscal con una pérdida conjunta de más de 2.000 millones de euros. El mayor fabricante, Nippon Steel, espera terminar el año en tablas.

Para los analistas, ningún sector puede mejorar mientras el financiero esté al borde de la quiebra. La banca japonesa arrastra unos 300.000 millones de euros en préstamos incobrables. Los intentos del primer ministro, Junichiro Koizumi, para sanear la banca no han dado buenos resultados. A finales de febrero, el Gobierno presentó el enésimo plan para resolver la crisis bancaria, pero los inversores aún desconfían del resultado del mismo.

De los que sí están seguros es de que el último dato de crecimiento acelerará forzosamente la quiebra de empresas y bancos insolventes. Ayer quebró un gran banco regional, el Chubu. En Japón, la quiebra de un banco es una buena noticia, puesto que ello significa que hay una entidad que ya no necesita dinero público para funcionar artificialmente.