Con la hora pegada al cogote
Los atrasos en la construcción de los estadios y la inestabilidad política ante las elecciones del 17-M lastran la cita lusitana
A pesar de los atrasos en la construcción de algunos estadios de fútbol y de los augurios de 'los profetas de la desgracia', las autoridades portuguesas garantizaron ayer la celebración de la Eurocopa 2004, un acontecimiento 'irreversible y una contribución decisiva para la proyección internacional de Portugal', en palabras del primer ministro en funciones, el socialista António Guterres.
El sorteo del torneo no consiguió, sin embargo, frenar la polémica. Todo lo contrario: arreciaron las críticas. El rostro de la candidatura lusitana y el hombre que denunció los problemas de terrorismo para obstaculizar la victoria española, el presentador de televisión Carlos Cruz, afirmó que éste no es el campeonato que había defendido hace dos años: 'Luché por una Eurocopa organizada en Portugal por los portugueses y la UEFA la ha transformado en un torneo hecho por ella en Portugal'. Cruz criticó además la ausencia de un director de la competición, 'cuando en otros países esa figura ya existía desde el inicio de la candidatura'.
El proyecto portugués ha derivado de la euforia inicial hacia el pesimismo para instalarse en la polémica. Los atrasos en la construcción de algunos estadios llegaron a difundir los rumores de que la Eurocopa sería transferida a España, un hecho que, sin duda, habría provocado una profunda herida en la dignidad nacional.
A principios del pasado diciembre, la sociedad organizadora sufrió una significativa alteración al trasladar la mayoría de las acciones y, consecuentemente, el poder de decisión a la UEFA, un acuerdo que algunos consideran 'el alquiler' del país.
A estas dificultades se sumaron días después el cambio de alcaldes en algunas de las grandes ciudades en las que se van a construir los nuevos estadios y la inestabilidad política inherente de la dimisión por sorpresa del primer ministro y la convocatoria de elecciones anticipadas para el próximo 17 de marzo, lo que podría paralizar temporalmente todo el proceso.
La sociedad organizadora se enfrenta actualmente a la construcción de siete nuevos estadios -Braga, Boavista, Oporto, Aveiro, Benfica, Sporting de Lisboa y Faro- y a la remodelación, casi una reconstrucción, de otros tres -Guimaraes, Coimbra y Leiria-, para lo cual serán invertidos 325 millones de euros. Precisamente, el contrato para la construcción del nuevo estadio del Benfica, en el que se jugará la final, fue firmado esta semana después de una polémica sobre las supuestas ayudas que iba a conceder a ese club el anterior alcalde de Lisboa, João Soares. Consideradas irregulares por el actual responsable del Ayuntamiento, el socialdemócrata Pedro Santana Lopes, el asunto se ha trasladado hasta el propio presidente de la República.
A pesar de los atrasos y las polémicas, Guterres, afirma que el Euro 2004 será 'una realidad irreversible' y 'el acontecimiento de mayor impacto, visibilidad y valoración de Portugal a escala global'. Por su parte, el ministro de Deportes, José Lello, no tiene dudas sobre la celebración del campeonato: 'Todo va bien en el reino del Euro 2004 a pesar de que los profetas de la desgracia augurasen su traslado a España. Los contratos ya están firmados y no sufrirán ninguna alteración. Estamos satisfechos por el deber cumplido y la movilización de los portugueses'. Mayor pompa y circunstancias ofreció el presidente de la Federación Portuguesa de Fútbol, Gilberto Madaíl: 'Portugal está de fiesta y de partida hacia un nuevo descubrimiento'.
Por su parte, el presidente de la UEFA, el sueco Lennart Johansson, explicó que, hasta el momento, 'no existen razones para dudar' de Portugal y precisó que, para controlar los trabajos, se ha establecido un riguroso calendario de inspecciones. Johansson se mostró convencido de que el Gobierno de Lisboa mantendrá sus responsabilidades para 'proteger la reputación y la dignidad del país'. 'Sería catastrófico', añadió, 'que tuviésemos que cambiar el torneo y estoy absolutamente seguro de que eso no va a ocurrir'.
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