Pastrana decide hoy si prorroga las negociaciones con las FARC

Inciertas y frenéticas las negociaciones para salvar el proceso de paz colombiano, el presidente Andrés Pastrana decide hoy si suspende o prorroga el control de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) sobre los 42.000 kilómetros cuadrados cedidos a esa guerrilla hace tres años para facilitar el proceso de paz. El Gobierno reclama el cese de hostilidades y las FARC, compromisos previos sobre el seguro de desempleo y una batería de reformas sociales, políticas y económicas.

Pese a que el Gobierno considera agotada 'la negociación en medio del conflicto', la guerrilla secuestró a siete turistas, ametralló siete helicópteros Black Hawk donados por Estados Unidos, y los alardes dinamiteros de estos días fueron especialmente graves: fue volado con una tonelada de explosivos un estratégico puente de 400 metros, por el que circulan diariamente un millar de vehículos. Pastrana reiteró su disposición a ordenar la entrada de 13.000 soldados en la llamada zona de distensión si no observa voluntad de paz en las FARC. A bombazos, éstas parecen querer advertirle sobre lo que se viene en caso de ser desalojados.

'Qué tristeza ver cómo la guerrilla se sienta en el Caguán a hablar de paz y en otro lado del país destruye puentes, quema buses, camiones, y ataca las torres de conducción eléctrica', lamentó el jefe de Gobierno, 'sin importarle que los más afectados sean los pobres porque ellos no tienen para comprar plantas eléctricas para salvar productos'. 'Qué tristeza', agregó, 'ver a los que en otras épocas enarbolaban las banderas de la justicia ahora volando oleoductos'. La destrucción de oleoductos redujo en 400 millones de dólares los ingresos de los municipios y del Estado el pasado año.

Agónico proceso de paz

Aguantando el chaparrón de metralla, y reunidos desde el miércoles en San Vicente del Caguán, el Gobierno, la ONU, la Iglesia católica y el Grupo de Países Amigos (España, Francia, Italia, Suecia, Suiza, Noruega, México, Cuba, Canadá y Venezuela), tratan de convencer a los rebeldes sobre la necesidad de presentar al país un acuerdo que devuelva la credibilidad al agónico proceso de paz. La mayoría de los colombianos, según los sondeos, cerraron filas con Pastrana, cuya popularidad se disparó después de estar dispuesto a la expulsión de las FARC de la zona de distensión.

Los negociadores del Ejecutivo apremian a las FARC a un cese de hostilidades, esto es a la disminución de la intensidad del conflicto mediante la conclusión de los secuestros, las extorsiones y los ataques a la población civil y a la infraestructura, antes de procederse a la discusión de las reformas estructurales requeridas por el grupo rebelde más poderoso de América Latina y probablemente de todo el mundo. En sus 38 años de sublevación, únicamente pactó un alto el fuego bilateral, en 1983.