Acatamientos crónicos
El cronista afirma que, al llegar a la meta de Luz Ardiden, Ullrich tendió la mano a Armstrong en señal de acatamiento. ¿Acatamiento? ¿De verdad? No compro nunca periódicos deportivos, precisamente porque me repele el punto de vista que tienen sobre las competiciones deportivas, su parcialidad estructural y, sobre todo, su terminología. No los compro, digo, pero sigo viendo los titulares, y en ellos abundan los verbos como humillar, masacrar, aplastar, destrozar y otros aún menos inocentes. ¿De verdad piensan que el uso de estas palabras y la actitud respecto a las competiciones no tiene nada que ver con la violencia que se genera a menudo en torno a un simple partido de fútbol?
Lo del acatamiento de Ullrich parece menor, pero no lo es. Toca el fondo de nosotros mismos. Un gesto como el suyo agradeciendo al americano el respeto mostrado por su esfuerzo, por su empeño de luchar hasta el final, con el triunfo mayor ya imposible, cuando aquél no disputo el sprint, y una devolución del gesto como señal de respeto y afecto por su esfuerzo, ¿lo ve el cronista como un acatamiento? Un gesto de identificación entre ambos, bien hermoso, apreciado por toda la familia y también por la televisión francesa, que lo repitió unas cuantas veces, ¿lo ve el comentarista como de superioridad de uno sobre el otro? Mala cosa. Armstrong ha ganado prácticamente el Tour, pero Ullrich se ha ganado a pulso otras cosas, aquí, en el interior de los amantes del ciclismo precisamente por no acatar ninguna jerarquía como han venido haciendo otros en años anteriores. Esto es así, y ésta es la actitud vital que uno quiere para sí y para los suyos. Pero hay que saber verlo cuando ocurre delante de nuestras narices. Y mostrarlo en los periódicos, para que quien quiera pueda identificarse con ello. A ver si hacemos algo al respecto.
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