¿Sólo fútbol?
Decoraron con señeras las mejillas de los de maternal. En Piles adelantaron la hora de la procesión. Al profe de piano tuvimos que localizarle in itinere a la altura de la Costa Azul para que confirmara que, en efecto, la clase había tenido que aplazarse. El universo, según la teoría del baloncentrismo, giraba el miércoles en torno a San Siro. El tiempo quedó suspendido, y cambiaron la frecuencia de los autobuses, el orden del día de las Cortes y los minutados de unos telediarios más fagocitados que nunca, que ya es. Tiendas insólitamente vacías en una ciudad asombrosamente silenciosa : sólo gritos corales espasmódicos, tracas ansiosas clamando por una victoria que las justificara.
Muchas convocatorias culturales realizadas desde hacía más de un mes, de calendario presuntamente paralelo e independiente de la Liga, quedaron suspendidas a última hora. 'La habilidad del sistema es desviar energías e ilusión a temas secundarios como el fútbol', diría esa misma tarde Manuel Monereo en uno de los pocos actos durante los que, según recogía en Levante Julia Ruiz, algunos se atrevieron a desafiar el esférico pensamiento único. También en la Universidad, unos cuantos 'héroes' (expresión del autor) asistíamos a la presentación de dos interesantísimos libros, de Enrique Bordería e Inmaculada Rius, sobre la prensa y el franquismo. El balompié (única materia en la que se podía ser crítico en aquellas décadas ominosas, por cierto) fue señalado de nuevo como elemento de evasión y despiste, tras lo cual detallaron la espeluznante auto-depuración protagonizada en el 39 por los 'arcángeles de la nueva España', el esperpento inquisitorial, la ley de guerra que duraría 30 años, la 'aperturista' de Fraga con artículos ratonera, el Tribunal de Orden Público, el 'depósito previo' como eufemismo para disfrazar la censura, los secuestros, multas...
El jueves, la hinchada volvía a su rutina. Un compañero moría en la carretera. Y en Donostia un par de 'valientes', de los que también exigen jurisdicción sobre la prensa, remachaban con parabellum siete clavos más en el féretro de la libertad de información.
La Copa, por si no lo saben, la perdimos en los penaltis.
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