El Ministerio de Cultura quiere declarar monumento la 'Corona de Espinas' de la Complutense
El edificio, construido en 1970, es sede del Instituto del Patrimonio Histórico Español
El embrión de la Corona de Espinas se gestó en 1961, cuando los arquitectos Fernando Higueras y Rafael Moneo consiguen el Premio Nacional de Arquitectura con un anteproyecto de Centro de Restauraciones Artísticas, ubicado en el mismo lugar que ocupa actualmente y con un programa similar. En el proyecto de 1965, los arquitectos Fernando Higueras y Antonio Miró mantuvieron el esquema circular del anteproyecto premiado, aunque disminuyendo su tamaño y formalizando el sistema constructivo mediante una modulación más regular de la estructura. El comienzo de la construcción tuvo lugar en 1966.
El edificio, de planta circular, se inscribe en un círculo de unos 40 metros de radio, subdividido diametralmente en 30 gajos principales, que en la crujía exterior se fraccionan en dos, con lo que se manifiestan en fachada 56 módulos, de los 60 teóricos, ya que cuatro de ellos están ocupados por la escalera de acceso.
En altura, se desarrolla en cuatro plantas que se manifiestan en la fachada exterior, formándose sólo dos en el claustro central, dado el retranqueo que tiene la última planta. El aspecto total del edificio lo impone el sistema constructivo de hormigón armado, que, tanto en estructura como en cerramientos exteriores, queda visto, sin añadidos ni chapados. Es la estructura resistente la que presta carácter al conjunto, modulado con arreglo a la tabla de encofrado de ocho centímetros.
'Catedral moderna'
La resolución de Bellas Artes señala que, como obra, cabe encuadrarla dentro de un organicismo tardío y expresionista a la manera de Utzón, Rudolf y Suarinen, donde la estructura adquiere una importancia y una presencia suficientes para definir ella misma el espacio arquitectónico. 'Es una obra idealista -añade Bellas Artes-, en el sentido de aprehender el organigrama funcional para incardinarlo en el esquema apriorístico circular como símbolo que representa la armonía y la perfección'.
Según Bellas Artes, también cabe otro nivel de simbolismo del edificio, como una 'catedral moderna', consagrada a la conservación del patrimonio histórico español, resuelta con tecnología moderna, pero unida a un sentimiento tradicional de la disciplina, del mismo modo que los arquitectos góticos usaron sistemas repetitivos para lograr sus sublimes y complejos espacios. El edificio tiene matices clásicos indudables que, unidos a su oposición al funcionalismo, lo convierten en un adelantado del posmodernismo, por lo que, según Bellas Artes, cabe considerarlo como una de las obras más significativas de la arquitectura española contemporánea.

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