Un 'capo' mexicano pagó 435 millones por fugarse

La fuga del jefe del cartel de Sinaloa, Joaquín Guzmán, de una cárcel de alta seguridad de Jalisco certificó la penetración del narcotráfico en las instituciones mexicanas, y ha desencadenado una masiva persecución por todo México: un despliegue de 15.000 policías. El director de la prisión y los 33 guardianes de servicio la noche de la huida permanecen retenidos y bajo sospecha. Según El diario El Universal, el capo, y sus cómplices, invirtieron durante cerca de un año dos millones y medio de dólares (más de 435 millones de pesetas) para tejer la red de complicidades que le condujo a la libertad oculto en un camión de basura.

De nada sirvieron los sofisticados sistemas de vigilancia de la prisión de máxima seguridad Puente Grande, entre ellos cámaras de vídeo en las celdas, sensores subterráneos para evitar la excavación de túneles, perros, dos kilómetros de alambradas, y la división en módulos de un establecimiento con 508 internos. Todo indica que Guzmán no se fugó sino que lo sacaron del presidio. El fugitivo había sido condenado a 20 años en 1993 con cargos de narcotráfico. El plan bloqueó el sistema de vídeo, y ocultó al reo en un carro de lavandería hasta su traslado a un camión de basura, y su salida del penal. La Interpol cursó orden de busca y captura a 170 países.

'Lo que ha sucedido aquí en Jalisco evidencia la capacidad de corrupción, dígase corrosión estructural de las instituciones nacionales por parte del crimen organizado, particularmente el narcotráfico', reconoció el subsecretario de Seguridad Pública. 'No van a servir todas las rejas y millones de pesos en sistema de seguridad si los presos salen por las puertas. Se calcula que al menos 50 personas, entre funcionarios de la cárcel y cómplices del exterior, participaron en la fuga. Los 33 agentes interrogados estaban de servicio cuando se produjo la fuga, el viernes.