El material contra el juego

La evidencia más sencilla quiere que exista una diferencia clara entre las pelotas empleadas en el Cuatro y Medio y las dispuestas para la disputa del Manomanista, donde se emplea toda la cancha. Sin embargo, una conjunción de circunstancias permite desatender a menudo esta premisa, algo que solivianta especialmente al navarro Patxi Eugi. No es el único agraviado. Como él, Errandonea se lamentó durante su choque ante Nagore en el presente torneo del Cuatro y Medio por la viveza de las pelotas apartadas, que obligan a llevar el juego mucho más atrás de la raya de falta. Eugi, campeón de la especialiad en 1992 y 1994, amenazó con boicotear la final disputada ayer, y en su enfado denunció la pasividad de los seleccionadores de material. Éstos no son otros que los ex pelotaris Fernando Tapia, de Asegarce, y Ladis Galarza, por parte de Aspe. Los pelotaris realizan una preselección del material y eligen nueve pelotas cada uno; después, los seleccionadores separan cinco pelotas de cada lote y, más tarde, los actores de la final (en este caso) apartan dos cada uno. Eugi consideró auténticos proyectiles las dos pelotas escogidas por Nagore, una elección que desvirtúa la identidad del Cuatro y Medio. Eran pelotas de mucho bote que amplían demasiado la cancha: "Van del tres y medio al siete, y eso en frío", resumía Eugi.
A su vez, los seleccionadores señalan el origen del problema en la preselección realizada por los actores del juego, que a su vez toman lo que sus empresas les proponen. Por supuesto, ningún jugador se queja de su elección, pero sí crítica la del rival. En el caso presente, Nagore posee un gran saque, dato que, conjugado con la fuerza de su material, le concede tal ventaja que sacó a Eugi de sus casillas.
El reglamento sólo alude al peso de las pelotas a la hora de validar su uso pero, por su confección, éstas pueden ser lentas o imposibles de controlar. Y sólo hay un fabricante de material en Euskadi.
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