Un obispo de Portugal defiende la despenalización de las drogas

Enfermedad terrible

António Rafael, obispo de Bragança-Miranda, una de las regiones más subdesarrolladas de Portugal, junto a la frontera con Galicia y Castilla-León, se ha declarado "plenamente de acuerdo con la descriminalización del consumo de drogas" y defiende "castigos severos" contra los narcotraficantes. Sus colegas portugueses respetan su opinión y mantienen un discreto silencio sobre este asunto.El Gobierno de Lisboa aprobó este verano un proyecto de ley que decreta la abolición del delito penal para el consumo de todas las drogas y sustituye ese castigo con el tratamiento para los drogodependientes y las multas para los usuarios ocasionales. La ley, que entrará en vigor a mediados de 2001, establece unas multas que oscilarán entre las 4.000 y 25.000 pesetas para los consumidores de drogas blandas y hasta de 50.000 pesetas para los de drogas duras.

Asimismo decreta que las denominadas comisiones civiles para la prevención establezcan los límites entre el consumo y el tráfico que, no obstante, deberán basarse en la regla de considerar tráfico la posesión de aquellas cantidades de estupefacientes que sobrepasen el uso privado para un máximo de diez días. De esta forma, la Policía sólo se ocupará de identificar a los consumidores y las cantidades de estupefacientes en su poder.

El obispo de Bragança sostiene que "todo el mundo sabe que el consumo de drogas es una enfermedad terrible", lo que, a su juicio, debe impedir "el castigo penal de los jóvenes cuando lo que necesitan es tratamiento". Por el contrario, António Rafael defiende duras condenas para los narcotraficantes porque "ellos sí son realmente criminales y conocen los graves daños que las drogas provocan a la juventud, a sus familias y al conjunto de la sociedad".En declaraciones a la agencia de noticias Lusa, el obispo de Bragança señala que estas medidas "son urgentísimas, dado que no se adelanta nada con ingresar a un joven consumidor en una prisión, donde no encontrará una cura a su enfermedad y de la que saldrá peor de lo que estaba, gracias al agravante del tráfico de drogas en el interior de las cárceles". A su juicio, los drogodependientes no necesitan prisiones sino centros de desintoxicación.

El obispo portugués afirma que la región de Bragança sufre "gravísimos problemas de tóxicodependencia" y reconoce que varios seminaristas han estado "afectados por las drogas". António Rafael muestra su perplejidad por "las incongruencias de una ley que encarcela a los tóxicodependientes y deja en libertad a jóvenes que cometen actos de vandalismo". Asimismo está preocupado con el papel de algunas escuelas y los centros de diversión abiertos junto a ellas: "He recibido numerosas quejas de padres que se lamentan de haber enviado a sus hijos al instituto".

Por su parte, el obispo de Lisboa, Januário Torgal Ferreira, explicó que mantiene "el viejo principio de no comentar las posiciones" de sus colegas y que aún no tiene una opinión sobre el asunto.