Borrell alerta contra el "sarampión de novismo" en el PSOE y defiende los debates orgánicos
José Borrell, ministro de Obras Públicas en el último Gobierno de Felipe González, alertó ayer en Puçol contra el "sarampión de novismo" que sufre el PSOE en un ataque directo a los dirigentes de la denominada Nueva Vía, que encabeza José Luis Rodríguez Zapatero. Borrell presentó ante un centenar largo de militantes un modelo para discriminar las distintas opciones que aspiran a asumir la dirección del PSOE en el próximo congreso federal y puso el acento en la importancia del debate orgánico para poner a punto "el motor" del partido.
Borrell acudió a un debate precongresual organizado por la agrupación socialista de Puçol, donde Izquierda Socialista tiene presencia mayoritaria y compartió cartel con Vicent Garcés, máximo representante en la Comunidad Valenciana de la única corriente admitida en el seno del PSOE.El ex ministro y frustrado candidato a la presidencia del Gobierno sugirió a los militantes que establezcan dos ejes para discriminar las distintas opciones en liza ante el congreso: uno que separe las opciones que ofrecen más o menos democracia interna; y otro para distinguir las opciones que ceden mayor o menor protagonismo al mercado frente a la acción política.
Borrell destacó la importancia de la "organización" del partido para cumplir sus tres objetivos básicos: elegir a los candidatos a cargos públicos ("seleccionar al personal político"), formular propuestas de gobierno y servir de cauce a las aspiraciones ciudadanas ("socializar la política").
Borrell afirmó que "se equivocan" los que desprecian el debate interno porque la maquinaria orgánica tiene una repercusión directa sobre el discurso. "Un partido autoritario ofrece propuestas autoritarias", sintetizó. Haciendo gala de su capacidad didáctica, sugirió que el público que asiste a las carreras de coches no se preocupa por los automatismos mecánicos, pero recordó que "sin motores no habría carreras".
La encendida defensa del "derecho administrativo" que formuló Borrell constituía un ataque directo al discurso de dirigentes de Nueva Vía, como el valenciano Jordi Sevilla, que han insistido en desplazar a segundo plano el discurso orgánico en favor de las propuestas de gobierno para recuperar voto. "Comprendo que haya gente que prefiera no hablar de cuestiones internas porque podrían producir cambios profundos", dijo Borrell.
Pero los ataques a Nueva Vía subieron de tono cuando el ex ministro alertó: "Cuidado con caer en el novismo", y bromeó sobre los discursos "esféricos, sin cantos agudos, con los que es imposible estar en desacuerdo" porque, a la postre, son vacíos. "Incluso el vecino, votante del PP, los apoyaría", comentó.
Lengua y semántica
José Borrell, ayer en Puçol, era Josep. Pero sólo hasta que se le ocurrió preguntar a los congregados en el salón de actos de la Casa de la Cultura si debía hablar castellano o catalán. El inocente comentario desató una serie de intervenciones espontáneas inaudibles por superpuestas. Borrell deslizó ante el micrófono: "Me siento más cómodo en castellano". Pero eso no acalló el rumor. Entonces apostó por la broma: "Esto me recuerda las asambleas de la facultad cuando se planteaba: ¿votamos si votamos?". "Si lo sé no lo pregunto", fue su último comentario antes de arrancarse con un "bona tarda" para derivar al castellano a partir de la tercera frase.Borrell sugirió más adelante la necesidad de matizar los discursos. Ilustró el caso con una disgresión semántica sobre el monopolio. "Estoy en contra", dijo. No es bueno que alguien fije precios sin que la presión de la competencia le obligue a mejorar su servicio. Pero, "¿acaso no es un monopolio el sistema público de pensiones que defendemos los socialistas?"
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