Comercio mundial
Por mucho que la Organización Mundial del Comercio diga que la liberalización del comercio internacional ayuda al desarrollo, la realidad es que la liberalización acrecentará la brecha entre países desarrollados y subdesarrollados, entre áreas generadoras de mucho valor y áreas generadoras de poco valor.La razón es evidente: tal y como se determina y computa el valor de los bienes en el capitalismo, el valor de un torno guiado por control numérico para mecanizar metales es infinitamente más elevado que el de una tonelada de bananas, y el de una aplicación informática para regular la distribución de agua de una ciudad, más alto que el de una tonelada de mineral de manganeso. El país que exporte tornos y aplicaciones informáticas tiene una ventaja abismal sobre el que exporte bananas y manganeso.
Si se mantiene el concepto de valor que actualmente impera en el mundo -¿por qué tiene que cambiar?-, el saldo comercial negativo entre desarrollados y subdesarrollados aumentará. A esto deben añadirse las medidas -arancelarias o no- dispuestas por los países desarrollados para defender actividades y puestos de trabajo, las estrategias diseñadas por estos mismos países orientadas a reducir el consumo de energía, materias primas y auxiliares, el impacto que sobre las economías de los subdesarrollados tiene el pago de su deuda externa y la depreciación monetaria de sus divisas. A la vez, el tipo de productos que su nivel de subdesarrollo les obliga a elaborar fuerza a los países subdesarrollados a trabajar en condiciones de ultraexplotación de su mano de obra adulta e infantil y a la esquilmación de sus recursos naturales.
La realidad última de este proceso es la profundización en la dependencia de los países subdesarrollados -pobres- respecto a los desarrollados -ricos-, una dependencia que comenzó en el periodo colonial y que, con otros instrumentos, continuó en el poscolonial y prosigue en el presente.- . .
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