Santander, Santiago y El Escorial se convierten en capitales culturales del verano

Con el calor, la fiebre cultural se extiende y no faltan las ofertas para calmarla. Este efecto vacacional se nota más en una ciudad que alberga durante tres meses a una Universidad como la Menéndez Pelayo y donde según las cuentas de los vecinos se duplica la población. Ésta es una capital con larga tradición de un turismo de alto nivel económico que exige a los organizadores de eventos culturales un buen nivel de calidad. Exposiciones en la Fundación Botín, cursos en la Escuela de Música Reina Sofía, un festival internacional de clásica, concursos hípicos, la Semana Grande, la Feria Taurina, los Baños de Ola... Hoteleros, taxistas, comerciantes, y desde luego los locales de ocio, sienten en sus negocios cada año que el verano cambia sus cuentas corrientes. Santander es una capital con dos caras, y a la diferencia también aportan su grano de arena los cursos, las conferencias, la afluencia de estudiantes extranjeros y de actividades organizadas en torno a la Menéndez Pelayo, que ponen vida de día y de noche en las calles de la ciudad.Al pasear por la playa del Sardinero es casi imposible no chocar entre las mesas de turistas con tertulias en los chiringuitos que se levantan frente al Cantábrico. Si se opta por la zona de Cañadío, donde abundan los locales de copas, la proporción de estudiantes y turistas salta a la vista de cualquiera. Y poco importa si lo que termina es un lunes o un domingo.

Los bares suelen ser un buen termómetro de la vida estudiantil de un lugar. Jaime de la Hoz es propietario de dos locales en la zona de la plaza de Cañadío y para él la diferencia entre el verano y el invierno es "radical". "A partir de julio hay el doble de gente. Es tan evidente que en invierno la mayor parte de los locales cierran entre semana, mientras que en verano se abre los siete días hasta bastante tarde. Los turistas y los estudiantes lo cambian todo", explica.

La apuesta de la Menéndez Pelayo es el programa cultural que se organiza como complemento de las tareas académicas, y que comprende actividades diversas que incluyen charlas con escritores, una sesión de música clásica, conciertos de rock, folk, o flamenco y representaciones teatrales entre otras ofertas. "Santander está plenamente integrada en las actividades culturales que se llevan a cabo a partir de las siete de la tarde", sostiene el vicerrector de ordenación académica, Juan Vázquez, responsable también de que estos espectáculos lleguen a buen puerto.

A partir del otoño se alejan los turistas y los estudiantes, y con ellos los problemas de tráfico y de saturación. Pero también decrece hasta mínimos el ritmo de actividades culturales. Opiniones hay para todos los gustos, y algunos piensan que no en todo compensa el atracón de visitantes.