¿Equilibrio?

Contemplo con tristeza alejarse a unos amigos con quienes había trabajado mucho tiempo para conseguir una intervención que detuviera el genocidio en Yugoslavia. Pero ellos se manifiestan ahora tras una pancarta -promovida por quienes sabemos- que dice sólo: "Ni Milosevic ni la OTAN". Por supuesto, yo también habría preferido la paz; o, de ser imposible, como se ha visto, una intervención de la ONU, atascada ahora por el veto de quienes también sabemos. Eso supuesto, ¿a quién hace el juego comparar, sin más, al genocida con quien interviene -aunque sea tan tarde y mal- para pararlo? ¿Equiparar en un lema a quien mata fría y deliberadamente a miles de personas con quien, por su tardía y torpe intervención, pero sin pretenderlo y pidiendo después disculpas, mata -mientras intenta parar ese genocidio- a unas pocas (siempre demasiadas, por supuesto)? ¿Cómo meter en el mismo saco a quien arroja de sus hogares a centenares de miles de víctimas de su racismo con quien obviamente interviene para evitarlo, defendiendo sus mínimos, vitales derechos?

Según se ha denunciado, ese pretendido sabio equilibrio del "ni... ni..." esconde demasiadas veces, aunque sea a nivel inconsciente, tras un soberbio manto de pureza impoluta, un desinterés por la suerte de los demás, un egoísta -material o intelectualmente- no querer mojarse, lamentables motivaciones que convierten con demasiada frecuencia a muchas personas y organizaciones de muy buena fachada en cómplices objetivos de otros que los manipulan sin escrúpulos.-