Noche grande de fútbol

Fiel a la tradición, el Valencia y el Barça jugaron un partido trepidante, repleto de fuerza, de alternativas y de goles. Un lujo. El equipo de Ranieri marcó un ritmo tremendo en la primera parte que le permitió irse al descanso con mucha tranquilidad. El conjunto de Van Gaal, por su parte, reaccionó con rabia tras el descanso, asedió a un acelerado Cañizares y puso los nervios de punta en Mestalla, que sólo se solazó cuando Mendieta, el mejor de la eliminatoria, marcó el 4-2 de penalti. Fue un encuentro espléndido.El Valencia le enseñó el anzuelo al Barça y éste picó con todas las consecuencias. Probablemente porque no le quedaba más remedio. Pero el caso es que el grupo de Ranieri sabía lo que quería: defenderse con contundencia y salir una y otra vez de estampida a la contra, después de haber ahogado a los defensas y los centrocampistas del Barça, que no sabían cómo demonios quitarse esa presión enloquecida de encima. Ahí hubo un hombre decisivo, Mendieta, en un estado exultante de forma. Mendieta aprovecha su insultante capacidad física para asfixiar a la defensa más pintada, como le ocurrió a Frank de Boer, por poner un ejemplo. El defensa holandés se cayó literalmente al suelo ante el atosigamiento de Mendieta, lo que permitió que Angulo enfilara la portería y dejara un humillante tres a cero para irse al descanso con la eliminatoria encarrilada.

El Barça se adueñó del balón y del campo. Pero ese dominio entraba en los cálculos del Valencia, que aprovechó el espacio para que sus dos hombres más determinantes, Mendieta y Claudio López, abrieran por primera vez el partido: Mendieta metió un globo en profundidad para que López le echara una carrera a Abelardo, le sacara varios metros y batiera a Hesp en el mano a mano.

Acto seguido, el Barcelona reaccionó enrabietado en un ataque en avalancha en el que el disparo de Kluivert lo detuvo Cañizares, de rodillas, en una gran estirada. Fue un lance decisivo. Porque, superado ese trago, el equipo de Ranieri volvería a fabricar otro de sus contragolpes venenosos: una maravilla de precisión entre Farinós, Angulo y Claudio López, que entró como una bala hasta las entrañas de la portería de Hesp. El choque parecía sentenciado. Sólo lo parecía. Porque el Barça tiró mano de la altura de algunos de sus hombres para romper la telaraña valencianista. La segunda parte fue un asedio de Barça. El gol de Rivaldo provocó el pánico entre la defensa del Valencia, que también notó un descenso físico considerable. La reacción, por contra, la cortó de un tajo Popescu, cuando provocó un penalti que transformó ¿quien si no? Mendieta. Ni siquiera así se dio por vencido el Barcelona, que llegó a jugar con cinco delanteros.