Amusátegui vive su segundo 'matrimonio'
Seguramente él no lo habría jurado cuando andaba dirigiendo los destinos del monopolio de petróleos (Campsa); pero hoy, camino ya de la jubilación, José María Amusátegui se ha convertido en el banquero de las fusiones. Protagonizó, en 1991, la realizada entre el Banco Hispano Americano y el Banco Central, presidido por Alfonso Escámez, en una operación que planteaba serias incertidumbres por las cifras económicas y de resultados de ambas entidades. Poco antes, Escámez había roto sus relaciones con Mario Conde cuando estaba a punto de fusionarse con Banesto. Digerirlo costó años y la intervención de su gran fichaje, Ángel Corcóstegui, un hombre procedente del BBV, que le ha hecho un gran trabajo y con el que ha alcanzado la segunda gran fusión. El BCH unirá otra sigla, la S, para formar otro gran banco con el Santander para hacer frente a la etapa que abre el euro.
Amusátegui, que nació en San Roque (Cádiz) en 1932 y es licenciado en Derecho, creció profesionalmente en la empresa pública a la sombra de Claudio Boada, que le llevó al Hispano y al que acabó sustituyendo poco antes de la fusión con el Central. Con él comenzó a trabajar en Enasa en 1970. Desde este año hasta 1985 desarrolla su actividad en el sector industrial. Llegó a ocupar la presidencia de Campsa. Amusátegui fue el impulsor en 1991 de la fusión con el Central, entidad que vivía la resaca de su frustrada unión con Banesto, presidido entonces por Mario Conde.
Amusátegui, defensor del aumento de tamaño de las entidades bancarias, asumió la presidencia del BCH en 1992, que ahora comparte con la de Unión Eléctrica Fenosa, y sentó las bases de un nuevo modo bancario. En su gestión ha tenido que hacer un traumático cambio, que no sólo ha afectado a las plantillas de las oficinas.
También ha tenido que realizar drásticos cambios en la cúpula de la entidad con movimientos de los directivos. Cuestión que, a pesar de su carácter jovial —en lo que contrasta con Botín— le ha hecho perder algunos amigos.
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