Las primeras transacciones en Hong Kong arrancan con prudencia

"Ya está. Las transacciones con euros han empezado sin ningún problema", se alegraba, tras la apertura ayer del mercado en Hong Kong, Bruno Boussard, tesorero del BNP, primer banco francés en este territorio. Incluso los anglosajones, con un entusiasmo más moderado, así lo reconocían. "Desde el punto de vista logístico, es un éxito indiscutible", admitía Peter Murray, jefe de cambio de Morgan Stanley, en Hong Kong. Sobre todo porque la subida del euro frente al dólar y el yen, que a las 12.10 alcanzaba ya 1,848 dólares y 113,35 yenes, ha apoyado muy pronto la credibilidad de la moneda.Sin embargo, el arranque del euro no se ha recibido en Asia con fuegos artificiales: la prudencia prevaleció toda la mañana en Hong Kong, pendientes de la apertura de los mercados europeos. "Si bien hay más compradores que vendedores de euros, los volúmenes son muy modestos y se limitan a algunas transacciones entre bancos", reconoció Stephen Chrétien, tesorero de SG en Hong Kong. "Todavía no hemos visto a ningún banco asiático comprar euros ni realizar grandes transacciones comerciales en el mercado".

"Asia está esperando a ver si las transacciones en euros provocan o no problemas de pago", explica Bruno Boussard, del BNP. "Las principales compras de euros parecen estar ligadas de momento a la liquidación de algunas posiciones de prudencia", afirmaba el tesorero de otro gran banco francés. Explicación: "Antes del fin de 1998, presagiando algunos fallos en el arranque de la nueva divisa europea, algunos interventores habían comprado dólares. Ahora los revenden a euros".

Aunque no parece que los bancos centrales asiáticos, que tienen la reserva de divisas más importante del mundo, hayan realizado todavía transferencias de sus activos en euros, da la impresión de que se han movilizado para el éxito del lanzamiento de la operación. En algunas salas de transacciones de Hong Kong se afirmaba que los bancos centrales japoneses y chinos han vendido euros, primero para garantizar la liquidez del sistema, y después, para impedir que la divisa europea vaya más allá de 1,1850 dólares.