Un presidente de plaza de tercera

La salida a hombros por la puerta grande debería ser consecuencia de un triunfo rotundo y ayer no lo fue, sino de la matemática resultante de haber cortado Finito de Córdoba las dos orejas de su primer toro, gracias a la inexplicable generosidad de la presidencia, más propia de una plaza de tercera poco exigente.La faena tuvo vibración, pero comenzó con precauciones y siguió con alguna buena serie, aunque con la figura muy forzada, acabando de una estocada desprendida.

En el que cerró plaza Finito estuvo, con gran voluntad, dentro de una tónica semejante, aunque aquí a los toreros principios, a algunas series con la mano muy baja y a unos excelentes ayudados por bajo finales, deben añadirse enganchones y tres descabellos después de un pinchazo hondo.

La oreja bien ganada fue la que obtuvo Fernando Cepeda en su primero, que se arrancaba de lejos con alegría y al que el diestro sevillano dejó ver y muleteó con temple, cadencia y buen gusto, con naturales completos, desde el cite hasta su remate. Una casi entera dio paso a un bien ganado trofeo.

Al quinto, que acabó muy parado, lo había lanceado, como al anterior, con su reconocida gran clase capoteril, pero la faena, bien iniciada, no pudo tener continuidad, al pararse el astado. Estuvo aquí poco afortunado con el pincho.

El vetarano diestro Ortega Cano, en su despedida de la afición de Barcelona, estuvo muy torero y decidido toda la tarde, con ansias de triunfo más propias de un novillero que de quien muy próximamente dejará la profesión. Si no obtuvo un triunfo fue debido a la flojedad de su primero y a que su segundo, con el que estuvo premioso con el estoque, se agotó muy pronto.