Ocho caras nuevas y demasiadas ausencias

La general del Tour 98 no permite sacar demasiadas conclusiones, salvo saludar la rivalidad entre Pantani y Ullrich y la novedosa aparición en escena del norteamericano Julich, que habrá que mantener en cuestión a la vista de su carrera conservadora y de la ausencia, por diferentes motivos, de muchos pesos pesados. Ocho de los diez primeros no habían acabado nunca entre esos puestos del Tour, una realidad tan rotunda como para no caer en la tentación de hablar de relevo generacional. Hay que tener en cuenta que no han terminado la carrera hombres como Virenque (podio en 1996 y 1997), Zülle (podio en 1995), Dufaux (5º en 1996 y 9º en 1997), Casagrande (6º en 1997), Escartín (7º en 1995, 8º en 1996, 5º en 1997) y Olano (9º en 1996 y 4º en 1997), seis corredores que no tienen demasiada dificultad para quedar entre los diez primeros de la general, seis hombres que han sido sustituidos por otros seis sin pedigree.Estamos, pues, ante la general menos significativa de los últimos tiempos. Una general que no permite demasiadas aventuras especulativas respecto a corredores como Rinero, Robin y Meier y alguna consideración sobre el holandés Boogerd y el italiano Nardello. Una clasificación en la que aparece un apellido notable, el del hijo de Eddy Merckx, que logró ascender a la décima posición en detrimento del danés Riis, cuyo declive es un hecho desde hace tiempo. A París llegaron 96 corredores, el 48% de los que tomaron la salida en Dublín, la cifra más baja que se recuerda. No ha sido infrecuente que alcanzaran los Campos Eliseos un pelotón inferior al centenar de corredores, per sí es ilustrativo el porcentaje. La última vez que esto sucedió fue en 1983 cuando el pelotón final constaba de 88 corredores, pero se trataba del 62% de los que tomaron la salida (140).