Randy Weston y los maestros Gnawa, juntos pero no revueltos
El último concierto del Festival Pirineos Sur sentó en el mismo escenario al pianista Randy Weston con su trío y a los venerables Master Musicians of Gnawa. Bajo el brazo traían un disco que, fruto de su colaboración, se publicó hace ya unos años bajo el título de African rhythm, y que ofrece una fusión entre el jazz y la música gnawa. Sin embargo, no mucho de este disco pudo oírse en Lanuza, donde el espectáculo no fue interpretado de manera conjunta sino que deparó las actuaciones por separado del cuarteto de Weston y de los maestros Gnawa.Abrió el primero bordando un concierto en el que la pista africana vino entre otras cosas servida por la ausencia de batería, sustituida por una percusión que multiplicaba acentos rítmicos. Por si ello no fuese suficiente, el contrabajista se deshizo los dedos percutiendo las cuerdas de su instrumento casi como si de un concierto de funk se tratara, deparando así momentos francamente espectaculares. Pero por encima de tamañas demostraciones emergió el fraseo de Weston, un ciudadano del mundo que ha bañado su jazz en el melisma musulmán. Weston estuvo más bien sobrio, y sin desmelenarse condujo a su trío por un repertorio lleno de resonancias étnicas y de profundidad rítmica en el que también tuvo tiempo para lucirse su saxofonista.
Poso animista
Tras una primera parte que funcionó casi a modo de calentamiento, llegó el turno de los Master Musicians. Hicieron su entrada tocando una pieza de Weston, pieza que ellos se encargaron de concluir sustituyendo piano, percusión y bajo por castañuelas metálicas y por sus tradicionales instrumentos de cuerda. Fue de nuevo el momento de recordar el poso animista de la música magrebí, que con los maestros en Liza fue también escenificada por medio de tímidos pases de baile. Utilizando las voces como hilo conductor de la salmodia, rizando un bucle melódico redundante e hipnótico, los maestros lograron que un público un tanto aterido y ya mojado por la lluvia que volvió a visitar Lanuza se arrancase a bailar. A medio camino entre lo tradicional y lo turísticamente tradicional, los magrebíes se ganaron al público, que aún pudo disfrutar de nuevo con Randy Weston, encargados de cerrar el concierto antes de un nuevo y fugaz paso por escena de los Master.Y con la lluvia abortando los bises concluyó el recital y con él una nueva edición del festival. Ayer domingo ya se desmanteló el mercadillo que durante estas semanas ha vendido artesanía de medio mundo a los visitantes, así como la espléndida exposición fotográfica de Pepe Navarro centrada en motivos cubanos. Sallent de Gállego recuperó su ambiente normal, y durante casi otro año esperará que la familia del festival vuelva a colgar sus banderas multicolores. Sólo falta saber por cuántas semanas lo harán.
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