El cloro, al bañarse, no afecta al oído

El oído es mucho más delicado de lo que parece y, sin embargo, no le damos demasiada importancia a su cuidado e higiene. En la época estival, las patologías de este órgano aumentan de forma alarmante. Por eso, no estaría de más que, aquellas personas que padecen algún problema auditivo, acudiesen al especialista para hacerse una revisión antes de lanzarse a la piscina o al mar. La contaminación de las aguas, la humedad en el oído externo por el exceso de baños, el aumento de cerumen a causa, precisamente, de la superhidratación de esta zona y de la mayor actividad de las glándulas que lo segregan, los cambios bruscos de temperatura, el lanzarse de cabeza a las piscinas... son, todas, circunstancias adversas que pueden propiciar la aparición de infecciones en el órgano auditivo. Un problema muy común en esta época es la proliferación de tapones de cera. La mejor solución es acudir al médico. Él, de una forma sencilla, nos extraerá el tapón sin mayores complicaciones. El uso de objetos extraños por uno mismo, o la intervención de otras personas, para resolver este problema, ni siquiera deberíamos planteárnoslo. Mantener seco el oído es muy importante; un secador, colocado a una distancia de 15 centímetros como mínimo, ayuda a que la humedad desaparezca de él de una forma rápida. También los tapones -que ya se venden a medida en las tiendas especializa-das-, son muy eficaces. Otro problema muy común en verano son los vértigos o mareos provocados por una inmersión rápida; hay gente que muere por esta causa. Demasiadas gotas en el oído, pueden ser más dañinas que la propia enfermedad. El cloro de las piscinas, en principio, no tiene por qué afectarle. "Mucho más le afecta que escarbemos en él", dice Francisco J. Estrada, otorrino en el Hospital Virgen Macarena, que insiste en que "al oído, nunca debemos tocarlo".