Despedida entre frustrados

Shaun Bartlett, un ariete del Cup Town Spurs que no acostumbraba a acabar ningún partido de alto rango, salvó la dignidad de los bafana, bafana en el descuento y de penalti. El gol no fue ni celebrado por Philippe Troussier, el entrenador francés del equipo surafricano y, por contra, provocó la huida del campo de Mohamed Al Kharashi, el seleccionador interino de Arabia Saudí. Los saudíes se enfadan casi siempre en el fútbol. No reparó Al Kharashi que si en su debú acariciaba una victoria era precisamente porque su equipo había convertido antes otros dos penaltis. El resultado para los ajenos era lo de menos, tal como pintaban las cosas en el Francia-Dinamarca.A falta de juego y de puntos, la contienda tenía un valor intangible. Y Suráfrica, pese al marcador, salió otro día perdedora. No ha respondido a las expectativas que despertó su llegada a la Copa del Mundo, y enfila la salida por la puerta de atrás, como un equipo de cuarta fila, lejos del adiós pomposo de Marruecos, Camerún, e incluso Arabia, que ayer consiguió sus dos primeros goles y su primer punto en el torneo francés.

No necesitaron los saudíes a ningún delantero centro ni a un volante con llegada. Frente a Suráfrica, a los rivales les basta con encarar a Pierre Issa y esperar a que meta la pata. Issa contribuyó al triunfo de Francia con un par de acciones decisivas en su propia portería y ayer puso a Arabia en el mapa futbolístico, con dos entradas que el árbitro -timoratos como van los colegiados por las riñas de Blatter- castigó con penalti.

No había a donde mirar en la cancha. No se advirtió tensión ni tampoco disputa del balón, más manoseado que pateado. La falta de ritmo provocó el bostezo de la grada. Suráfrica quedó vendida por sus errores defensivos.