Mucho por hacer
EL BANCO Central Europeo (BCE) es sin duda la institución más importante de la unión monetaria como responsable de la puesta en marcha de una política monetaria común para los 11 países que formarán parte del euro; y también, por qué no decirlo, porque a través de la defensa que realice de la estabilidad monetaria en la zona del euro impondrá sin duda muchos criterios de política económica en aspectos que no sean estrictamente monetarios. El BCE se constituyó ayer en Francfort, un mes antes de lo previsto, presidido por el holandés Wim Duisenberg, con la conciencia de que lo verdaderamente difícil en el proceso de formación de una moneda común, cuyo requisito fundamental es la estabilidad, empieza realmente ahora. Todo es nuevo y experimental.Una de las tareas fundamentales del BCE debe ser recuperar la credibilidad perdida en el desgarrado enfrentamiento político entre Helmut Kohl y Jacques Chirac por el control de la cúpula del banco. Duisenberg y su directorio -compuesto por otros cinco representantes de bancos nacionales, entre los que figura el español Eugenio Domingo- tienen que borrar la imagen de contaminación política que pesa sobre el BCE desde la cumbre de Bruselas. El banco tiene que ganarse la confianza de las instituciones y de los mercados operando desde sus inicios con rigor e independencia de criterio.
La agenda de decisiones que debe adoptar el BCE antes del 1 de enero de 1999 justifica que se haya adelantado su constitución. Sin ánimo de exhaustividad, falta por definir el criterio rector de política monetaria, es decir, si la estabilidad de la zona debe medirse por el volumen de la masa monetaria, como practica el Bundesbank, o por la tasa de inflación, como hace el Banco de España; si se aplicarán los coeficientes de caja para regular la política monetaria y, en caso afirmativo, cuáles serán éstos; o la periodicidad de las subastas; o el ritmo de convergencia en tipos de interés. Un escenario probable es que la convergencia entre los países con tipos de interés por debajo del 4% -Alemania y Francia, por citar dos casos relevantes- y los que todavía mantienen los tipos por encima del 4% se produzca en la franja entre el 3,75% y el 4%. Tal aproximación implicaría, si es aprobada por el consejo del BCE, que el Banco de España deberá bajar el coste del dinero entre un cuartillo y medio punto hasta el 31 de diciembre, mientras el Bundesbank y el Banco de Francia deberán subir en la misma proporción para situarse en la banda citada. Establecer una política monetaria común para 11 países de estructuras bien distintas y con la dificultad añadida de que su ejecución está descentralizada requiere paciencia y decisión. Además, hay que desear suerte al BCE; la necesitará, porque casi ninguna de las decisiones pendientes citadas es estrictamente técnica, y probablemente se avecinan muchas interferencias políticas.
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