Música sacra y sermón
Pedro Tarquis es un médico de 43 años que pasó del catolicismo practicante al agnosticismo para recalar finalmente en la comunidad evangélica, que en la región madrileña cuenta con unos 40.000 fieles. "El protestantismo es una religión de interiorización muy parca en cuanto a los símbolos externos, y eso se refleja en la Semana Santa, cuya celebración está en las antípodas del rito católico", explica Tarquis.La Semana Santa protestante, que sí coincide en fechas con la católica, descansa en dos pilares fundamentales: los conciertos de música sacra en sus templos y el sermón de las últimas palabras de Jesús. "Todos los grandes predicadores preparan con especial esmero este sermón, emblemático de estos días. En él se enfatiza lo que Jesús sufrió en la cruz antes de morir", señala Tarquis.
Al igual que los ortodoxos, la Semana Santa es fundamentalmente una apuesta por la vida. "Nosotros ponemos mucho énfasis en la resurrección y no tanto en el sufrimiento de la pasión. No nos gusta la expresión de que esta vida es un valle de lágrimas". El utillaje procesional -no libre para ellos de un halo oscurantista, tétrico y lúgubre- lo contemplan casi con los ojos del viajero. "Es", dice Tarquis, "un hecho cultural curioso y muy español" que les es totalmente ajeno, pues no entienden que el fervor vaya vinculado a una imagen concreta y no a la idea de Cristo. "Admiramos una obra de arte, como las tallas, pero ni las adoramos ni las asociamos al hecho religioso. Van en contra de lo que dice la Biblia".
Aunque Tarquis asegura que entre su feligresía "no hay una separación tan drástica entre lo lúdico, la vida en general y lo religioso", tampoco son ajenos a los estragos de las vacaciones de Pascua. Por ello han construido diferentes centros de recreo en León, la Comunidad de Madrid y ahora otro en ejecución en Andalucía, para que ocio y fervor no entren en contradicción.
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