Incineración

No soy partidario de la incineración de los cuerpos de las personas fallecidas. Es algo que el mercado ha impuesto, pero que en nuestro caso no forma parte de la tradición histórica y cultural. La mayoría de las personas que tienen animales domésticos, a los que aman, no quieren incinerarlos cuando éstos mueren. La idea casi les repele, y por algo será. A otros también nos repele la idea de incinerar los restos de un ser querido que haya fallecido. Yo creo que incinerando el hombre está rompiendo un ciclo biológico y natural, actuando contra el desarrollo ecológico y el medio ambiente.Hemos podido saber mucho acerca de nuestros antepasados gracias a los innumerables restos humanos y animales descubiertos en todo el mundo. Un ejemplo más es la importancia del hallazgo de Atapuerca (Burgos), donde, gracias a los sistemas informáticos, recomponemos los rostros de esos individuos. Hemos leído sobre la posibilidad de encontrar descendientes gracias a la información genética, un caso reciente en Inglaterra.

No debemos romper los ciclos naturales ni tampoco los de la investigación y el desarrollo del futuro hombre, destruyendo información sobre nosotros mismos, nuestras enfermedades, nuestro desarrollo, genealogía...

El mercado arrasa con todo; el coste es el factor clave, pero yo creo que no sólo el mercado debe gobernar nuestras vidas y nuestras muertes, ni tampoco el mercado de hoy debe limitar el desarrollo biológico, genético y humano del futuro.-