El coágulo

De regreso de un corto viaje a Londres, de esos que están de oferta, me encuentro con la agradable noticia de que soy rica: no porque lo diga el saldo de mi cuenta corriente ni porque los tres kilos que, por primera vez en mi vida, he conseguido salvar del pago de deudas y obligaciones para meterlos en una cuenta vivienda se hayan multiplicado. Tampoco se debe a que este periódico -que cuando nació obligó a los otros a aumentar el salario de sus trabajadores, porque fue el primero que, entre otras cosas, retribuyó a los profesionales digna y decentemente- me haya subido el sueldo, que ahora es razonable, pero no puede ni compararse al pastón que cobran algunos de los columnistas que ahora nos calumnian desde sus contratos blindados.No, señores. Fue que un conocido difamador que escupe su bilis en el periódico de lord Anson me había incluido en la categoría de "millonarios de izquierdas", junto a personajes con los que siento gran identificación, aunque más por lo segundo que por lo primero, que si son ricos no me cabe duda de que se lo ganaron sin echar mierda sobre los demás.

Total, que después de reírme en este piso de alquiler cuyo contrato estoy dispuesta a mostrarles, pensé mandar raudamente una carta a lord Anson para obligarle a rectificar, pero qué quieren: prefiero aclararlo aquí. Aparte de que tenemos más lectores, son ustedes los que me interesan, los seguidores de este periódico que amo, defiendo y en el que creo, y no los que se chutan cada mañana con las paridas de la Peña del Coágulo (ver la última película de Woody Allen y la explicación del aneurisma para justificar el comportamiento fascista de un personaje).

Por cierto: tranquilícense. Este no es el comienzo de una nueva polémica entre periodistas. Que se operen.