Prisioneros de la foto a precio de oro

También al asalto, la prensa gráfica más diligente tomó la principal azotea del barrio de San Isidro y vive en ese alto desde el 18 de diciembre sin poder bajar so pena de no poder subir. Nadie les impidió entonces el acceso, pero el cerco policial posterior cortó el paso al portal del edificio más apetecible, el más próximo a la residencia del embajador japonés.Desde allí, aprovisionados desde abajo por sus compañeros con un sistema de poleas, un pelotón de cámaras apunta permanentemente a la mansión con estatuto diplomático. Viviendo mucho esta profesión de las desgracias nacionales, no pocos colegas abrigan una macabra esperanza: el cruento desenlace de la crisis.
Poco después de las explosiones y las ráfagas de metralleta comenzó el movimiento en el mercado inmobiliario de esta residencial zona de Lima. La CNN alquiló la planta y el jardín de un edificio, unos 200 metros cuadrados a razón de 15.000 dólares (unos dos millones de pesetas) semanales, y las televisiones japonesas hicieron lo propio. Ese precio supone un incremento del 3.000% sobre las tarifas de alquiler sin la presencia del MRTA.
Los techos disponibles no son muchos y se cotizan a doblón según sea su ubicación, desde 2.000 a 6.000 dólares por semana, o más. Según un cálculo aproximado, los gastos de cobertura de la crisis por parte de las cadenas de televisión CNN estadounidense y las japonesas NHK y NTV, con 40 o 50 personas cada una, suman 130 millones de pesetas diarios.
La periodista peruana Julia María Urrunaga, de El Comercio, estima que eso es lo que gastan diariamente cerca de 20.000 turistas de Perú. Los gastos de los aproximadamente 500 periodistas presentes en Lima superan los 250 millones de pesetas, y hay hoteles cuyos únicos ocupantes son reporteros. El diario japonés Asahi Shimbun, con una circulación de siete millones de ejemplares, envió a 16 periodistas desde Tokio. Los otros periódicos nipones no van a la zaga.
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