Amistad, valía y agradecimiento

No sólo por ser buen amigo suyo me ha alegrado la concesión del Premio Cervantes a Pepe García Nieto. También por la alta estimación en que tengo tanto su obra poética como su papel en la poesía española ulterior a la guerra civil. Aparte su indudable y constante calidad, la poesía de García Nieto tiene de modo eminente sensibilidad, ingenio, elegancia y, cuando ello es preciso, profundidad emocional e intelectual.No menos que por sus cualidades intrínsecas como poeta merece gratitud y admiración José García Nieto. En un momento en que la poesía española de este siglo había llegado a una cima espléndida, basta pensar en los nombres que jalonan, Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez por un lado, y los de Miguel Hernández y Luis Rosales por otro, con los del 27 entre aquellos y éstos para advertir que figurar como poeta de calidad, más aún como poeta egregio, en el mundo literario de la España inmediatamente ulterior a la guerra civil era una meta de consecución harto difícil. Pues bien: con su personal producción, cuya calidad sumariamente acabo de recordar, y con su papel como persona central en lo que con ulterioridad a 1939 era, y en cierto modo sigue siendo, poesía joven, García Nieto con su revista Garcilaso, con su cordialidad y simpatía personales, con su apertura al reconocimiento de todo valor poético, viniera de donde viniese, su papel en la historia de nuestra literatura de los últimos cincuenta años ha sido realmente admirable y ejemplar.

A las dos razones antes mencionadas, ni amistad con el poeta y la valía literaria de éste, debo añadir otra más: mi agradecímiento como director que fui de la Real Academia Española y como miembro de ella después de cesar, por la eficaz e inteligente labor suya hasta que la enfermedad le apartó del desempeño de la Secretaría de la institución.

Que por muchos años goce de la satisfacción de ver reconocida su obra que este premio habrá llevado a su recoleta vida.