Una pastilla en la boca de cualquiera
El consumo del 'éxtasis' se amplia y deja de ser una droga exclusiva de la 'ruta del bakalao'

La llamada ruta del bakalao ya pasa por cualquier esquina de Madrid. Para conseguir una pastilla de éxtasis, la droga de diseño que ha marcado el ritmo de esta moda, no hace falta ir a uno de sus templos. Hay mil caminos. Las drogas de diseño se han extendido a todo tipo de locales y los consumidores ya no son sólo los amantes de la música trance, máquina o house. El perfil del usuario de éxtasis ha variado, la demanda es mayor y hoy una pastilla -incluso se venden en la calle- está en la boca de cualquiera."Ya no tiene sentido asociar las drogas de diseño a la noche. Se pueden comprar a cualquier hora y en cualquier sitio", asegura un consumidor habitual de éxtasis. El precio de un X, o un taxi, como también se conoce a esta droga, oscila entre las 1.500 y las 2.000 pesetas. La mitad que hace dos años.
"Existen muchas rutas", asegura otro habitual de las pastillas. "Cualquiera las vende. Algunos tienen 20 dosis, otros 100 y otros 1.000. Son muchísimas redes y la mayoría muy pequeñas. Nadie quiere arriesgar demasiado y cada uno tiene su pequeña clientela fija y de confianza. El acceso no es directo, pero preguntando se llega a Roma".
"Para mí, la pastilla y la música van juntas", afirma un consumidor de 25 años, cuyo fin de semana arranca el jueves y termina el lunes. "La música me pide pastillas. No me tomaría una para escuchar canciones de los setenta, para eso me quedo en casa", dice.
Sin embargo, para otro consumidor, de 30 años, un éxtasis es ideal para pasar una tarde tranquila con su pareja o como aliciente para ir a una fiesta "aburrida". "Te despeja como la cocaína y encima te ríes más. Pero no puedo abusar. Necesito una semana para recuperarme".Para trabajar
"Conozco gente que se pone de pastillas hasta para trabajar. Algo que hace unos años a nadie se le ocurría. Entre los jóvenes está más extendida sólo porque es más barata que la cocaína y no necesita tanta parafernalia como las otras drogas: no tienes que invitar y cada uno lleva la suya y se administra como quiere. Además, nadie necesita un éxtasis para vivir, en todo caso para salir. Pero con dejar de salir basta. Nadie roba por' una pastilla".
Con el aumento en la demanda del éxtasis -"hasta un tipo con una litrona te pide una", comenta despectivamente un vendedor- ha llegado también el fantasma de la adulteración. De los efectos agradables de una buena pastilla [se triplica la receptividad de sentidos como el oído, el tacto o el gusto, la ansiedad desaparece y el cuerpo pare ce empujado por una imparable energía] se puede pasar a los efectos imprevisibles e incluso mortales de una mala dosis [vómitos, deshidratación]. "Hoy es una lotería: unas veces es una fiesta y otras una pesadilla. Nada que ver con hace cinco años. Ahora es una mierda que no sabes cómo te puede poner". Sin embargo, otro consumidor -y vendedor esporádico- replica: "Todo el mundo toma lo mismo, son los mismos lotes repartidos por toda la ciudad. Si es una mala partida, es igual de mala para todos".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma

Archivado En
Últimas noticias
‘Arancel’, la palabra del año para la FundéuRAE no habla solo de lengua, también de poder (y economía)
Claves de una cumbre que decide el futuro de Ucrania y Europa: ¿por qué es tan importante?
El Supremo ejecuta la condena a García Ortiz y activa el debate sobre su futuro en la Fiscalía
Cerdán se acoge a su derecho a no declarar en el Senado pero tampoco se calla
Lo más visto
- La población de pumas de la Patagonia se dispara gracias a una presa inesperada: los pingüinos
- El Supremo ordena al ex fiscal general el pago de la multa y la indemnización a la pareja de Ayuso que le impuso al condenarle
- El Gobierno de Mazón pagó 107 millones de euros más a Ribera Salud al aumentar su aportación por ciudadano
- Víctor Manuel, músico: “El capital tiene que rectificar, nunca pensé que fueran a ser tan voraces”
- Carlos Alcaraz y Ferrero rompen tras siete años: “Llegan tiempos de cambio para los dos”




























































