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China utiliza para trasplantes de órganos los cadáveres de prisioneros ejecutados

Un reportaje de la BBC denuncia las complicidades de un negocio internacional

El mercado de los órganos para trasplantes crece en China mucho más que el marxismo-leninismo. Los telespectadores de la segunda cadena de la británica BBC se tropezaron anoche con un escalofriante reportaje de 10 minutos sobre las facilidades que las autoridades sanitarias chinas encuentran en proveer a clientes de Oriente y Occidente con riñones, hígados o córneas, en un tiempo imbatible para un país democrático. En China basta con disponer de 30.000 dólares -unos cuatro millones de pesetas- para obtener el órgano requerido en menos de un mes.

En un país donde no existe la figura del donante de órganos y donde la cultura popular exige que el cadáver sea enterrado intacto, los condenados a muerte representan una fuente inagotable de órganos sanos. Sue Lloyd-Roberts, una reputada periodista británica, lo comprobó al entrar en el mundo hospitalario chino de la mano de Harry Wu, autor de un dramático libro sobre los trabajos forzados, de los prisioneros chinos.En el flamante y blanquísimo hospital de Chengdu -,lleno de lujos y pacientes de EE UU, Japón y Hong.Kong- la periodista encuentra un solícito jefe del Departamento de Urología dispuesto a ofrecerle el riñón que un falso pariente necesita desde hace años, en el tiempo récord de un mes.Pena capital

En un país donde 70 millones de jóvenes vagan desesperados. en busca de un empleo, es fácil que haya delitos y más fácil aún encontrar. al delincuente. Al menos el 35% de los detenidos por las causas más diversas, desde asesinatos hasta el simple robo de un coche, o la mera disidencia política, son castigados con la pena capital. Y este desventurado ejército de condenados suministra un material médico de primer orden.

Los condenados a muerte se ven sometidos a un análisis médico para- determinar el tipo de sangre y su estado físico. Según el órgano requerido, el condenado recibirá un tiro en la cabeza o en el corazón, o incluso será abatido de una manera más sutil.

El reportaje cuenta además con declaraciones de pacientes de transplante, y totalmente conocedores de la procedencia del órgano recibido. Sue Lloyd-Roberts consigue también el relato de varios médicos , exiliados en Occidente, en el que se detalla cómo una vez fueron convocados a una cárcel donde se les conminó a extraer los riñones de cuatro. prisioneros anestesiados. "Los rifiones tienen que estar casi vivos porque los requieren altos oficiales del partido", se les explicó. Ante su angustia -una persona sin riñones muere en menos de 24 horas- alguién los aclaró que los prisioneros serían ajusticiados al día siguiente.Pese al creciente boicoteo organizado por la Sociedad Internacional de Transplantes, el negocio es demasiado tentador. Y el riesgo, tal y como demuestra el reportaje, no está sólo en la crueldad extrema de un sistema que trata a los detenidos como objetos sin vida, sino en la absoluta falta de moral de quienes acuden, desde América, Japón y Europa a China en busca de un transplante.

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