Una relación fugaz

El flechazo entre el presidente del Gobierno, Felipe González, y Baltasar Garzón no se ha mantenido más allá de un año. Hace 15 días, el juez de la Audiencia Nacional en excedencia dijo sin que le temblara la voz que con un solo caso demostrado de corrupción el Gobierno debía dimitir, empezando por su presidente. Hoy dirá si se aleja parcialmente o para siempre de la vida política.

Baltasar Garzón nació el 26 de octubre de 1955. Como juez, tuvo destinos en Valverde del Camino (Huelva), Vitoria y Almería. En 1987 fue nombrado inspector delegado del Consejo General del Poder Judicial. El 29 de enero de 1988 pasó al Juzgado Central número 5 de la Audiencia Nacional, donde su investigación de los GAL y del narcotráfico le hicieron famoso.

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Garzón conoció a González el 27 de abril de 1993 en una cita concertada por el presidente de Castilla-La Mancha, José Bono, que culminó con su inclusión como independiente en el número dos de la lista del PSOE por Madrid para las generales. El Gobierno le nombró responsable de la lucha antidroga.

El pasado marzo consiguió el mando sobre las unidades policiales antidroga. Las dificultades empezaron cuando se desataron los escándalos por corrupción. El 20 de abril, Ventura Pérez Mariño, también juez en excedencia, y Garzón, amenazaron en el debate del estado de la nación con votar en contra de su propio grupo si no se otorgaba a la comisión parlamentaria sobre financiación de los partidos carácter investigador e incluía el caso Filesa. Lo lograron.

En su último acto público, hace 15 días, comprobó el grado de crispación contra el PSOE. Fue en la plaza de toros de Valencia ante unos 12.000 jóvenes. Garzón fue reiteradamente insultado.

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