La huelga
Yo paro porque tengo muy claro que ellos saben que la salida a la crisis económica la tienen que pagar los trabajadores sin más dilación. No la van a pagar, claro está, los pingües beneficios anuales de la banca ni las enormes sumas que recauda el Estado por otros cauces (impuestos, loterías, etcétera), ni siquiera recortando algún "artículo" que no es de primera necesidad, como el Ejército. Es preferible recortar prestaciones sociales de la Seguridad Social, jubilados, parados, etcétera, y si con esto no llega -la profundidad de la crisis es impredecible-, nos decretan una Ley de Reforma Laboral de órdago a la grande que otros Gobiernos de nuestro entorno europeo quisieran para sí. El Estado del bienestar es resultón para los que bien están (con sus Volvos y chalés y haciendo patria). En cambio, esa enorme y variopinta -masa social de precarios, insolventes e indigentes habrá de aprender que la vida es muy dura y que han de luchar entre sí como lobos, aunque nos hagan bailar como monos (con la movilidad geográfica y funcional) y nos traten como a perros dándonos migajas (salarios de los contratos basura), con el ancestral principio sociológico de que más vale cáscaras de naranja que el hambre.Es cínico, y de una desvergüenza inaudita, el que se acuerden -tanto la demagógica derecha (Aznar) como la cerril patronal (CEOE), junto a la beneplácita complicidad de un Gobierno y su política económica al que va dirigido la huelga general- del derecho al trabajo sólo un día cada cinco o seis años, coincidiendo con el día de la huelga y obviando que un cuarto de la población activa reivindica ese derecho los otros 364.Yo paro porque con esta ley no estaré seguro en mi trabajo fijo ni estaré fijo en ningún trabajo seguro, y porque no estaré nunca más ni fijo ni seguro con o sin trabajo- .
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