Un sacerdote mártir

Con motivo de la beatificación de varios religiosos asesinados en Paracuellos en noviembre de 1936 en el bando republicano de la guerra civil española, me viene el recuerdo de un sacerdote mártir, don José de Aristimuño (Aitzol), asesinado por los del otro bando, el del llamado nacionales o franquistas.Don José de Aristimuño fue encarcelado en la prisión de Ondarreta (San Sebastián) por los llamados nacionales en octubre de 1936, donde fue torturado y días después fusilado en extramuros del cementerio de Hernani, sin celebrar juicio previo.

Implantada la República, don José de Aristimuño dedicó preferentemente sus actividades a difundir las enseñanzas sociales de la Iglesia. Anteriormente se había ocupado de la obra misional, como base las encíclicas Rerum Novarum, de León XIII, y Quadragesimo Anno, de Pío XI, para atraer al proletariado y campesinado vascos al sindicalismo cristiano. Estas encíclicas no eran del agrado de la derecha ultramontana española, y el señor Aristimuño, que temía represalias marxistas al inicio de la guerra civil, no se imaginó que los llamados cruzados serían sus verdugos.

Entiendo que la Iglesia está en deuda con don José de Aristimuño y otros sacerdotes también asesinados en el bando franquista, y no debe hacer distingos de la pertenencia del bando de los autores de esos crímenes. Mejor hubiera sido para todos que Roma hubiera guardado silencio en lugar de airear los asesinados de un solo bando.-