El jefe eclesiástico de Ucrania amenaza con separarse de la Iglesia ortodoxa rusa

La negativa del metropolitano Filarete a renunciar a la jefatura de la Iglesia de Ucrania -pese a que el Concilio Episcopal de Moscú le destituyó de su puesto el 27 de mayo-, unida al apoyo que recibe del Gobierno de Kíev, amenaza con abrir un cisma en la Iglesia Ortodoxa Rusa. "Los fieles piden que siga en mi puesto, y los feligreses de la catedral de San Vladimiro dicen que estarán conmigo hasta la muerte", dice.Filarete prometió renunciar hace dos meses, tras el escándalo producido al conocerse que convivía con una mujer y tres niños, que supuestamente habría tenido con ella, circunstancias ambas que él niega. De ser cierto, Filaretee, al frente de la Iglesia de Ucrania desde 1966, habría contravenido las normas de la Iglesia Ortodoxa, que permite el matrimonio para los popes, pero no para niveles superiores en la jerarquía eclesiástica.

El jefe de la Iglesia de Ucrania también fue acusado por el concilio ruso de autoritarismo y de conocer mal la lengua del país. Sin embargo, hay quien interpreta que no son éstas las razones por las que ha sido relevado de su cargo, sino que tras ellas se esconde un problema más grave: de acuerdo con la práctica ortodoxa, a cada país independiente le corresponde una Iglesia también independiente, idea que es apoyada por el Gobierno ucranio.