El resplandor de las sombras

"El camino de la vida es de muy poco bullicio y negociación". Son palabras de san Juan de la Cruz que abren la última obra de Jiménez Lozano, El segundo abecedario, y que sirven bien para significar su vida y su obra. Recogido en un pueblo vallisoletano, Alcazarén, Jiménez Lozano toma distancias del bullicio y del negocio para mejor ver los adentros de la realidad.Su mérito es el de ponernos delante de los ojos imágenes fugaces, pero capaces de iluminar de una forma original todo el panorama que frecuentamos. Lozano rescata del pasado momentos creativos, aquellos que no se han desgastado porque ya están presentes, esto es, experiencias de sufrimiento, imágenes de infancia o sueños diurnos.

Rescatar experiencias

Su fuerza no reside sólo en la hondura de la mirada, sino en el vigor de la palabra: el rescate de experiencias olvidadas se hace mediante palabras precisas que. suenan a nuevas de lo propias que son. Es una escritura sosegada que permite al lector recobrar sus propias palabras y recuerdos. Ese es el Jiménez Lozano de novelas como Duelo en la casa grande o de sus incomparables relatos cortos, llámense El grano de maíz rojo o Grandes relatos.La narrativa de Lozano se asienta en una investigación histórica de primera mano. Pendiente de las raíces colectivas del español contemporáneo, este discípulo de Américo Castro ha desvelado claves fundamentales del vivir y malvivir de los españoles en el ensayo Los cementerios civiles y la heterodoxia española, cuyas notas a pie de página son auténticos tratados.

Pese a la solidez de su obra, a Jiménez Lozano le acompañan dos maldiciones: la de ser un escritor "católico" y "castellano". El interés de su narrativa por lo religioso hay que buscarlo en una temprana intuición: el judaísmo, es una "experiencia" narrada; al contarla, la propia palabra recrea el momento creativo y "salvífico" de la experiencia original. ¿Y qué otra cosa es la literatura sino creación y "salvación" desde la palabra?