El pundonor de Kárpov

Es dificil encontrar en la historia del deporte una capacidad combativa tan grande como la de Anatoli Kárpov. En Lyón luchó hasta el último minuto a pesar de que su derrota parecía inevitable desde que perdió la vigésima partida. Su biografía está llena de grandes tensiones: la responsabilidad de recuperar el honor nacional perdido por Boris Spasski ante el estadounidense Bobby Fischer en 1972, la frustración por la incomparecencia de éste en 1975, los encuentros escandalosos frente al disidente Víctor Korchnoi en 1978 y 1981 y el interminable duelo contra Kaspárov.Ese pasado, unido a su pasión por el ajedrez, es la fuente de su impresionante dureza de carácter. En sus actuales circunstancias, una persona normal se iría a descansar durante un mes. Kárpov jugará un torneo después de pasar 24 horas en Moscú para arreglar asuntos urgentes relacionados con sus dos cargos políticos: diputado del Parlamento y presidente del Fondo Soviético para la Paz.

Con marcadas ojeras y el pelo revuelto, Kárpov comentó a EL PAÍS tras la última partida: "No soy el campeón porque Kaspárov ha sabido aprovechar sus oportunidades y yo no. En tres de las cuatro últimas partidas tuve posiciones excelentes y sólo gané una. Lo mismo ocurrió en 10 de las 12 que jugué con blancas; sólo gané tres. No estoy de acuerdo con Kaspárov en que mi preparación fuera excelente. Si lo hubiera sido, sería él quien tendría que pelear ahora para aspirar al título en l.993".