Sin miedo a volar

La moda de enviar por los aires colecciones permanentes de un museo a otro creando una especie de show Itinerante no le parece a Thomas Krens un error, siempre que se midan bien los riesgos. "Yo pretendo que cada dos años, o a lo más cada cinco, obras de nuestra colección vayan a nuestro museo de Venecia, o al de Salzburgo, y éstos envíen algunas suyas a Nueva York, de tal manera que el páblico vea distintas interpretaciones de un museo que se pretende que esté vivo". Pero comprende, por ejemplo, los recelos expresados con motivo de la gran exposición antológica de Velázquez en Nueva York por el director del Museo del Prado. Y añade que "entre no hacer nada y hacer demasiadas exposiciones de ésas hay un punto de equilibrio".

Pornografía

Ese deseo de. mantener el equilibrio dispone a Thomas Krens a dar una respuesta cauta a la pregunta de si sería partidario de exhibir obras de arte cuyo motivo pueda considerarse pornográfico o, por el contrario, y como su colega Montebello, director del Museo Metropolitano de Nueva York, dijo a este periódico, aplicaría una rígida censura y jamás las expondría al público. "Para mí sería fácil suscribir la idea de que no hay que exhibir una obra de arte considerada pornográfica. Pero creo que es muy dificil generalizar. Se trata de una cuestión de sensibilidad".

"Creo que hay grandes obras que para muchos son motivo de escándalo, aun siendo obras artísticamente muy valiosas. Si la intención del artista es claramente pornográfica yo no las exhibiría al público en un museo. Pero si usted se refiere, como creo entender, a la obra de Picasso con un motivo de felación que Montebello se niega a exhibir en el Metropolitano, yo sí que la mostraría advIrtiendo en un cartel de la entrada que esa obra es sexualmente explícita y puede escandalizar, sobre todo a menores de edad, a quienes, por supuesto, no alentaría a que la vieran