Una monja al volante
Sor Citroën es una de las películas más exóticas de la subcomedia española. No es un tema muy recurrente del género; tampoco lo era para su director, Pedro Masó, más proclive a retratar infidelidades matrimoniales, problemas con el servicio y represiones sexuales del español ante las bellezas teutonas que poblaban las playas españolas en la época del incipiente desarrollo económico.La película sí tiene en común este último tema, el de la euforia desarrollista. Son las monjas de un asilo quienes, acordes con los tiempos, precisan un vehículo para cubrir sus necesidades terrenales y mejorar su servicio a Dios y a los pobres huérfanos del hospicio.
Los logros de Sor Citroën no residen en las aparatosas escenas protagonizadas por esa monja que se convierte en el terror de la carretera. La gracia está en una actriz graciosamente llamada Gracita Morales. Ella es la nerviosa y menuda monjita Tomasa, humilde y solidaria con todos, hasta con los delincuentes; sumisa, sacrificada y tan obediente como para aceptar ser la primera monja conductora. La actriz se recrea en un papel hecho a su medida y a su talento natural, para lucirse en esa forma de interpretar que hacía creer al espectador las situaciones más absurdas. La actriz se encontraba en la cima de su carrera.
Masó no eligió para la ocasión un tema de moda, pero sí a los actores entonces preferidos por el gran público. López Vázquez era el actor fetiche de la subcomedia, participaba en todos los repartos de la época. Ese mismo año intervino en 10 películas, algunas tan distintas como Los chicos del Preu y Peppermint frappé. Otro tanto se puede decir de Rafaela Aparicio y Juanjo Menéndez. En Sor Citroën se dieron cita cuatro de los mejores actores cómicos del cine español. Sobre ellos gravita el peso de la película; ellos salvaron un argumento sin ningún interés, salvo para los adictos al género.
La historia de Johnnie Gibson es también exclusivamente para incondicionales, en este caso del melodrama. Johnnie Mae Gibson fue la primera mujer negra que logró entrar a trabajar en los servicios secretos de la policía americana. La película cuenta su verdadera historia hasta ser aceptada por el FBI.
Los problemas personales, familiares y sociales -incluida su condición de mujer de color- se articulan para dar cuerpo a este drama, resuelto de forma tradicional, con el acostumbrado uso de efectos y recursos fáciles propios del telefilme.
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