Ya visto
La referencia a Bajarse al moro es inevitable. Se piensa en ella continuamente mientras se ve Mala yerba. Se piensa con nostalgia. Aquí están los chicos atrapados por el tráfico, el uno listo y el otro ingenuo; y sus sueños de futuro -volver a comprar el pazo familiar perdido, en este caso-; y la muchacha adorable, y la anciana irreductible que no sabe bien lo que pasa, pero sabe que no debe pasar; y el policía, con uniforme o sin él. Aquí está el interior sórdido, y el apunte de sainete tragicómico.Es una sensación de déjá vu. Pero los parecidos no pasan de ahí. Aquélla era una comedia, cargada de riqueza de varias clases, y ésta es una situación alargada, disparatada, sin construir. Dará risa, indudablemente, aunque no quede la lágrima pendiente del ojo, ni el pensamiento busque otros vuelos.
Mala yerba
De Rafael de Mendizábal. Intérpretes: Rafaela Aparicio, Nancho Novo, Paloma Suárez, Ángel Pardo, Francisco Vidal. Dirección: Eduardo Fuentes. Teatro Reina Victoria. Madrid, 30 de marzo.
Tiene algunos buenos elementos, además de Rafaela Aparicio, a la que rinde homenaje. Rafaela es algo más que una actriz, es un elemento teatral humanísimo inscrito en las vidas de los espectadores más ancianos. Gusta seguir viéndola como siempre. Hay un actor que apunta muy bien, Ángel Pardo, en el papel del bueno, que empareja con simpatía con Paloma Suárez, con sus pantalones tan ajustaditos que da gloria verla -si uno es sensible a esas cosas-.
Está Nancho Novo en el duro a la fuerza. Y Francisco Vidal, que hace poco hizo un excelente papel cómico en este mismo teatro y a quien ahora corresponde uno feo, seco; el que tiene que precipitar el final forzado de la obra; el de policía -eso sí, indulgente-. Están todos bien dirigidos por Eduardo Fuentes, que se adiestró en teatro de grupos independientes y que ahora hace lo que puede con este texto; merece más suerte y mejores encargos futuros. Risas y aplausos escoltaron la representación: salieron al final, con los actores, el autor y el director, a recibir ovaciones. Tendrán, probablemente, espectadores. Tanto trabajo de tan buena gente lo merece.
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