Volver a empezar
Eduardo Tarragona, ex procurador franquista y ex diputado de AP por Barcelona, ingresa en el CDS a los 71 años
Sus admiradores ensalzan su franqueza un tanto campesina, la ausencia de pelos en la lengua y el haber sido el más liberal de los procuradores de Franco. Sus detractores cuentan que es un oportunista, hábil en venderse a sí mismo. "Siempre he tenido buenas relaciones con el que manda", dice Eduardo Tarragona, de 71 años, cuando acaba de ingresar en el Centro Democrático y Social.
Tarragona, natural de la ciudad leridana de Balaguer, ha vuelto a sorprender a propios y extraños después de haber estado "hibernado" desde que, en 1985, Fraga no apoyara sus esfuerzos para reconducir Alianza Popular de Cataluña hacia tesis más españolistas. Acaba de ingresar en el Centro Democrático y Social (CDS) de Adolfo Suárez, a quien conoce desde su época de procurador familiar. "Estábamos sentados prácticamente uno al lado del otro. Mis relaciones con Suárez eran de conocidos y de amigos, no éramos contrarios", recuerda. Y añade: "Siempre he sido un político de centro".Destaca su condición de no falangista, "como otros candidatos a procuradores familiares lo eran". Y explica que, al menos una vez, se quejó a Franco porque estaba echado como "rojo separatista" en un informe de la época del Gobierno Civil de Barcelona. "Usted no haga caso, ya sé que no lo es", le contestó el dictador. Tarragona era un todavía un rostro popular en AP de Cataluña cuando dijo en 1985 "Basta ya", tras conocer las resoluciones de las juventudes aliancistas catalanas -Nuevas Generaciones- que definían a la comunidad autónoma como "una nación en un contexto cultural e histórico". "Mire", dice ahora, "eso de la nación... Cuando yo estudiaba bachillerato la nación era un país que tenía una lengua, unas fronteras, un ejército, una policía, etcétera. Eso, antes, era la nación. Ahora se llama Estado". "Pero qué mas da", dice. "Son discusiones que al hombre de la calle no le importan", agrega.
Política doméstica
"Al hombre de la calle le importa vivir bien hoy y, mañana, vivir mejor", señala Tarragona, un político populista que viajó en diciembre de 1975 durante la Marcha Verde organizada por el rey Hassan en el Sáhara para visitar a los soldados catalanes. Considera que un partido es una empresa y aboga por la política doméstica, aquella que se haga eco de las preocupaciones particulares de los ciudadanos de a pie. La misma que le llevó a presentarse a las elecciones para procurador franquista, en 1969, haciendo suyo el tradicional dicho: Al pa, pa i al vi, vi (Al pan, pan y al vino, vino), del que aún hace bandera. Obtuvo 435.000 votos y renunció a su escaño porque, dice, el presidente de las Cortes no tramitaba sus preguntas. "El mando no estaba acostumbrado a que se le preguntaran cosas y a que le dijera que había cosas que no me gustaban". Cambiaron de presidente y volvió a presentarse, también por el tercio familiar, a las elecciones de 1971. Sacó 395.000 votos. "De esos 400.000 votos alguno me quedará para el futuro", aventuró en 1976."Supongo que ahora no tendré tantos votos como entonces, porque antes no había tanta competencia ni partidos políticos, pero algún voto podré arrastrar", dice. Asegura que no figurará en ninguna lista electoral. "Estoy jubilado y la política requiere mucho trabajo", señala. Su compromiso consigo mismo es conseguir que se hagan viviendas. "Se ha abandonado la construcción de viviendas. Tiene que haber pisos que la gente pueda comprar".
A este viejo procurador en Cortes no le preocupa coincidir hoy en el CDS con un ex comunista como Ramón Tamames, que ha ingresado recientemente en el partido de Suárez. "¿Por qué he de tener enfrentamientos con él?", se pregunta. "Supongo que ha llegado a la misma conclusión que yo, que el CDS es un partido centrado, social, que tendrá para con las cosas humanas una gran consideración".
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