El precio del éxito
El éxito multitudinario es la razón de la supervivencia de los veteranos del pop que este año actúan por toda España. Su reconocimiento mundial comenzó en los años sesenta y todos han experimentado las consecuencias de la popular¡dad, que se han concretado en períodos de alejamiento del mundo de la música.El triunfo llegó pronto. A principios de los sesenta, Joan Baez era una de las voces más representativas del movimiento de derechos civiles. Joe Cocker tardó 10 años en conseguir su primer éxito, una versión del With a little help from my friends, de los Beatles. En 1966, la canción Suzanne, compuesta por Cohen, triunfaba en la voz de Judy Collins. Frank Zappa iniciaba su reputación de maldito en su primer disco, grabado también en 1966, en el que popularizaba el término freak El crítico de rock John Landau dejó bien claro que el futuro de esta música se llamaba Bruce Springsteen. Los británicos Pink Floyd triunfaron a final de los sesenta con su disco Ummagumma, creando un estilo espacial y etéreo, del que fueron los únicos representantes. Sting, el más joven, también alcanzó el reconocimiento con el primer disco de su grupo Police.
Tras el éxito, su reacción ante la popularidad fue muy diferente, aunque todos padecieron la crisis del triunfador. Leonard Cohen se retiró a una isla griega y Van Morrison regresó a su Belfast natal, desesperado y deprimido por las manipulaciones de la industria discográfica. El refugio de Joe Cocker fue el alcohol y la cocaína y Springsteen buscó la tranquilidad en el disco Nebraska, grabado en solitario y en su casa. Frank Zappa curaba sus depresiones actuando junto a la Orquesta Filarmónica de Los Angeles, dirigida por Zubin Mehta, mientras Joan Baez pasaba 11 días en Hanoi bajo las bombas norteamericanas. El cine se ha convertido en la alternativa de Sting en épocas de saturación.
Son las consecuencias del éxito multitudinario. Los que se han quedado en el camino no han tenido posibilidades tan estimulantes.
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